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El pleno del Parlamento Europeo (PE) avaló ayer la nueva era de relaciones entre Bruselas y La Habana con su consentimiento por amplia mayoría al Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación UE-Cuba. Este da fin a 21 años de la política de “posición común”, que regía los nexos entre ambas partes, que imponía serias restricciones sobre el régimen de los Castro y, a la larga, sobre el pueblo cubano.
El renovado acuerdo, que recibió 567 votos a favor, 65 en contra y 31 abstenciones, tiene entre sus principales objetivos reforzar la cooperación mutua, el diálogo político y las relaciones comerciales.
En especial, acaba con la excepcionalidad de que Cuba fuera hasta ahora el único país de Latinoamérica con el que la UE no tenía acuerdos, como consecuencia de la posición común impulsada en su momento por el gobierno español de José María Aznar.
No obstante, los parlamentarios europeos se aseguraron de incluir en el nuevo pacto una resolución que condiciona el acercamiento para que el gobierno cubano respete los derechos humanos, y se estableció una cláusula de salvaguarda en la que si el régimen no los respeta, suspendería su aplicación.
En esa resolución impulsada por el Partido Socialista Obrero Español (Psoe), que no es de carácter político y no tiene consecuencias jurídicas, el bloque europeo insta al régimen de los Castro a alinear su política de derechos humanos con las leyes internacionales. Los parlamentarios que la impulsaron recalcaron ayer que la persecución y reclusión de alguien por sus ideas o su actividad política pacífica supone una infracción de las mismas.
¿Cómo interpretan expertos lo ocurrido en Bruselas? En diálogo con EL COLOMBIANO, Diego Cediel, internacionalista y docente de la Universidad de La Sabana, consideró que Europa le dio prioridad a sus intereses y a salvaguardarlos de forma pragmática.
“Europa siempre ha tenido la duda de que si se aisla al régimen cubano eso precisamente lo faculta para los demanes y excesos en temas de derechos humanos. En suma se dejaba a los cubanos a merced del régimen. Y aunque con el acercamiento tampoco están asegurados los cambios, los europeos saben que pueden seguir la situación más de cerca. Más aún, el enfoque fundamentalmente sigue un objetivo económico”, explicó.
Andrés Molano Rojas, director académico del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga, coincidió, pero explicó además otras razones del bloque: “En realidad la denominada ‘posición común’ defendía unos principios, pero en la práctica no fue tan ‘común’ como se creía. Es decir, no implicó restricción a las relaciones comerciales con la isla. Ahora, con la apertura internacional que hubo hacia Cuba, Europa no quiere perder espacios frente actores como Rusia y Brasil”.
¿Es esto un respiro para la isla tras el freno al deshielo de Trump? Los expertos coinciden en que los cambios en Cuba podrían verse favorecidos por ese enfoque pragmático, pero fundamentalmente deben ayudar factores internos.
“Ahora el freno de Trump podría jugar en contra de esos intereses, porque el régimen podría ponerse a la defensiva y aplazar, por ejemplo, el relevo en el poder previsto para 2018”, advirtió Molano, quien no obstante cree que este nuevo enfoque tiene mucho tiempo por delante para saber si va a funcionar, mientras que el bloqueo no funcionó tras cinco décadas.