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Ninguno de los 14 turistas mexicanos que hacían un picnic en un remoto paraje de Egipto pensó que la tarde del domingo 13 de septiembre podía ser la última en sus vidas. De un grupo que incluía desde un chamán a una exdiputada, sobrevivieron, aunque malheridos, solo seis, mientras que el gobierno del país latinoamericano pide a sus similares egipcios una investigación diligente de lo ocurrido y que implique verdadera justicia.
Desde El Cairo, por su parte, el gobierno de Egipto confirmó las muertes, pero se mantuvo en su versión de que el Ejército creyó que eran terroristas y estos se encontraban en un área restringida del Desierto Blanco.
“El grupo estaba en la misma zona restringida que una banda terrorista”, dijo el Ministerio del Interior egipcio en un comunicado. “Un equipo de investigación fue formado para indagar sobre el accidente y las justificaciones para la presencia de los turistas allá”.
Las agencias de turismo que los guiaban, contrariaron esta versión, aseverando que habían obtenido de antemano un permiso de la policía turística para transitar por la zona.
“El convoy no tenía información de que esa región está prohibida. No hay avisos de advertencia, no hubo órdenes de las autoridades, ni tampoco retenes en la vía”, dijo Hassan el-Nahla, director de la Asociación General de Guías Turísticos, en un comunicado.
Como sea, el presidente egipcio, Abdelfatah El Sisi, le prometió vía telefónica a su similar mexicano, Enrique Peña Nieto, investigar el asunto con la mayor celeridad y esclarecer lo ocurrido.
Asimismo, tal como informó el portavoz de la Presidencia egipcia, Alá Yusef, el mandatario —quien llegó al poder tras el golpe de Estado del año 2013—, ofreció toda la ayuda disponible para los heridos y familiares de las víctimas mortales, tal como a funcionarios del gobierno mexicano.
“Egipto no dudará en presentar cualquier ayuda y asistencia para garantizar el tratamiento médico necesario a los heridos, y apoyar a las familias de las víctimas“, afirmó.
En cuanto a los primeros, trascendió que se encuentran en el hospital de Dar al Fouad, en las afueras de El Cairo, y su situación es “estable, fuera de peligro”, según indicaron el portavoz de Exteriores, Amhed Abu Zeid, y un responsable del centro médico. No obstante, las autoridades no permiten el acceso de la prensa al centro asistencial, por lo que no se puede saber de los mismos exactamente qué ocurrió.
“Lo que vimos el domingo no era solo la falta de entrenamiento de los militares egipcios, sino más bien su desesperación”, dijo Mokhtar Awad, investigador del Centro para el Progreso Americano, a The New York Times.
“Esto nos cuenta sobre qué tan caótica es la situación en Egipto. Si ellos en realidad quieren tan desesperadamente poner un fin al problema de terrorismo que enfrentan, no deberían dispararle a la primera reunión que vean”, agregó.
Consultado por EL COLOMBIANO, el Imam Julián Zapata, cofundador del Centro Cultural Islámico, coincidió: “Es un error que le saldrá caro al país, porque envía al mundo un mensaje equivocado, en una economía que depende mucho del turismo y que aún no se recupera tras la mal llamada Primavera Árabe”.
Tras sacar del poder al presidente Mohammed Mursi, electo popularmente pero con apoyo de los Hermanos Musulmanes —grupo temido por militares y otros sectores oficialistas en dicha nación—, e ilegalizar la bancada, el gobierno egipcio no ha podido aplacar en dos años una rebelión que se concentra en territorios como el Sinaí, y que ahora toma signos extremistas.
Para Zapata, “el grave error de Egipto fue no haber confrontado, como es usual, el tema del terrorismo desde sus raíces ideológicas, ya que, por no contravenir a sus aliados saudíes, ha permitido la educación salafista en escuelas, madrazas y universidades del país. Algo que brinda reclutas al yihadismo en Siria e Irak. La matanza de los mexicanos demuestra que no sabe como enfrentar el asunto”.