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Trump y Macron: empate cordial en cumbre del G7
El encuentro de algunos de los países más poderosos del mundo concluyó en Francia sin consensos, pero con un tono de cordialidad atípico.
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el mandatario francés Emmanuel Macron, durante su rueda de prensa conjunta que dio conclusión a la cumbre del Grupo de los 7. La próxima reunión tendrá como anfitrión a EE. UU. FOTO AFP
27 de agosto de 2019
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Durante los tres días de la cumbre del G7 en Biarritz, Francia, los dos protagonistas principales –el presidente anfitrión Emmanuel Macron y el presidente estadounidense Donald Trump– no chocaron entre sí y, a pesar de eso, tampoco llegaron a grandes acuerdos.
Fueron como dos actores compartiendo set con cordialidad, pero actuando cada uno en su propia película. La de Macron, como señala David Castrillón, profesor de relaciones internacionales de la U. Externado, consistía en reiterar, como anfitrión, que Francia tiene una agenda internacional propia.
El mandatario francés logró incluir la crisis de incendios en la Amazonia en la agenda a último minuto, e incluso, que los otros seis países miembros del grupo –Estados Unidos, Alemania, Japón, Reino Unido, Italia y Canadá– acompañaran su propuesta de una ayuda de emergencia de 20 millones de dólares para enviar aviones bombarderos que ayuden a mitigar el fuego.
Lo anterior lo consiguió sin ninguna objeción por parte de Donald Trump, quien en anteriores cumbres se ha mostrado escéptico frente a los consensos de las potencias en torno a temas ambientales.
Cada cual en su orilla
En cuanto a la otra apuesta central de Macron –el restablecimiento de las relaciones comerciales con Irán, impedidas por el bloqueo estadounidense– el mandatario francés se cruzó, más que con el rechazo de Trump, con su indiferencia.
La estrategia de Francia parecía sin fisuras: el domingo, en el segundo día de la cumbre, el ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohammad Javad Zarif, apareció en Biarritz por invitación de Macron.
Aunque el gobierno francés alegó que la visita estaba fuera de la agenda del G7, el ministro iraní estaba puesto allí como una presión sutil que Trump evadió cordialmente: no se reunió con él, pero abrió la puerta para un encuentro con el presidente de Irán, teniendo cuidado de no ponerle una fecha, sino de aceptarlo cuando “las circunstancias sean apropiadas”.
Para Castrillón, “se vio muy mal como anfitrión que Macron hubiera casi forzado así a uno de sus invitados. Trump reafirmó que mantiene el poder de decir que no”.
Sin embargo, el presidente republicano tampoco obtuvo lo que quería. Trump se fue de Biarritz sin avance en una de sus principales causas: la reintegración de Rusia al G7 –expulsada en 2014 como castigo por su anexión del territorio ucraniano de Crimea–; un regreso rechazado entre otros por el presidente francés.
Al final del encuentro, los puntos comunes entre los mandatarios fueron tan pocos, que el propio comunicado final del gobierno francés llevó el título de “declaración corta” y se limitó a expresar intensiones generales como “fomentar la paz y la estabilidad” en Medio Oriente.
Cada cual cumplió con su parte. La próxima cita del Grupo de los 7 será el próximo año en Estados Unidos. Entonces, nuevamente los reflectores estarán sobre el futuro anfitrión, Trump, y el anterior, Macron, quienes cerraron su cita en Biarritz no como dos aliados que se estrechan la mano, sino como conocidos que se saludan con amabilidad, cada uno desde su orilla
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