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Complicidad con Rusia, la duda que tiene a Trump contra las cuerdas

El director del FBI dijo en audiencia que su agencia investiga vínculos entre el Kremlin y el líder.

  • El director del FBI, James Comey, y el jefe de la Agencia de Seguridad Nacional, Mike Rogers, comparecieron ayer ante la comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes. FOTO efe
    El director del FBI, James Comey, y el jefe de la Agencia de Seguridad Nacional, Mike Rogers , comparecieron ayer ante la comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes. FOTO efe
21 de marzo de 2017
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Frente a la comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos y frente a una teleaudiencia mundial que esperaba la verdad sobre los vínculos entre Donald Trump y Rusia, el director del FBI, James Comey, y el jefe de la Agencia de Seguridad Nacional, el almirante Mike Rogers, rompieron ayer el tradicional silencio que guardan funcionarios de este rango sobre las más agrias polémicas.

Su comparecencia ante los legisladores republicanos y demócratas, que se extendió por más de cinco horas, empezó con la confirmación de Comey, por primera vez, de que su agencia avanza en una investigación sobre una posible “coordinación” entre integrantes de la campaña de Trump y el gobierno ruso antes de las elecciones presidenciales.

El FBI “está investigando los esfuerzos del gobierno ruso para interferir en la elección presidencial de 2016”, y agregó que “eso incluye investigar la naturaleza de los lazos entre individuos asociados con la campaña de Trump y el gobierno ruso, y si hubo alguna coordinación entre la campaña y los esfuerzos de Rusia”.

Aunque el director sostuvo que la pesquisa se remonta a julio de 2016, cuando el Gobierno se percató de que piratas informáticos ingresaron a los sistemas del Partido Demócrata, frente a la insistencia de los legisladores, se rehusó a citar nombres o a dar detalles sobre la naturaleza de los lazos entre el entorno de Trump y el Kremlin.

Vínculos incómodos

Si bien durante la comparecencia, el jefe de la comisión de Inteligencia, el republicano Devin Nunes, fue enfático en que no había visto evidencia hasta la fecha de que miembros de la campaña conspiraron con agentes rusos, los demócratas fueron incisivos en enumerar los presuntos vínculos.

“¿Es posible que todos estos eventos y reportes sean completamente inconexos y nada más que una completamente infeliz coincidencia? Sí, es posible”, cuestionó el demócrata Adam Schiff, y añadió: “Pero también es posible, quizás más que posible, que no sean coincidencia, que no estén desconectados y no sean inconexos”.

En repetidas veces, frente a cuestionamientos de este tipo por parte de los demócratas que estaban presentes, la respuesta de Comey fue evitar hacer señalamientos, argumentando la necesidad de proteger una investigación que sigue en curso.

No obstante, de sus intervenciones varias inquietudes quedaron resueltas. Aunque el presidente ruso, Vladimir Putin, lo haya negado en enero, cuando fue acusado por el gobierno de Barack Obama de haber filtrado la campaña demócrata, para Emilio Viano, profesor de la American University, ayer quedó aún más claro que “sí hubo una decisión de Rusia de favorecer a Trump cuando se dieron cuenta de que Hillary Clinton tenía gran posibilidad de ganar las elecciones”.

Lo anterior, continúa el catedrático, da aliento a los demócratas y a quienes critican a Trump para sospechar que “probablemente” los contactos que parecen confirmados entre numerosas personas cercanas a Trump eran para colaborar en ese esfuerzo de lastimar a Clinton (ver informe).

En eso coincide John Norris, director de Seguridad Nacional del Centro para el Progreso de América, un centro de análisis en Washington. Según dice, durante mucho tiempo, y en todas las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, ha quedado muy claro que los rusos estaban muy comprometidos en los esfuerzos por interferir en las elecciones presidenciales. “Ellos ayudaron a hackear archivos de demócratas clave y de organizaciones demócratas, e inundaron los medios sociales con desinformación y trolls”, detalla el experto, y agrega que cada vez más norteamericanos reconocen “los obvios problemas con estos actos hostiles de los rusos”.

Eso sí, queda pendiente esclarecer si hubo comunicación directa entre la campaña de Trump y los rusos para ese fin, que es en lo que avanza justamente el FBI.

Al respecto, afirma Norris, esa complicidad puede ser muy difícil de probar. De hecho, el experto cree que será más probable que los vínculos financieros de Trump con los rusos se conviertan en una fuente de escándalo interminable para esta Administración y en una forma de minar gravemente la confianza en el liderazgo del magnate.

Sin embargo, si hubo relación directa entre el Kremlin y la campaña Trump, “sería sin duda una ofensa impugnable”, concluye Norris, mientras Viano sugiere que sería el inicio de un camino hacia la destitución del mandatario, aunque esa opción depende de la voluntad de los republicanos, que controlan en mayoría el Congreso.

Relación en declive

Mientras avanzan las investigaciones del FBI, las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, críticas en el tiempo de Obama por las diferencias sobre Ucrania y Siria, tambalean. Joseph Dresen, investigador del Instituto Kennan, encargado del estudio de asuntos de Eurasia en Washington, prevé que ciertamente habrá un impacto en la cercanía de los dos países.

“La Administración Trump puede encontrarse políticamente impedida de restablecer completamente las relaciones con Rusia, por ejemplo. Y, mientras que el poder Ejecutivo es responsable de conducir la política exterior, el Congreso podría responder legislando sanciones adicionales contra Rusia”, sugiere el experto, para quien entre mayor sea la sensación de sospecha sobre los vínculos entre el magnate y el Kremlin, menor será el margen de maniobra que el Gobierno tendrá para perseguir mejores lazos con Rusia.

Entretanto, a Rebecca F. Lissner, experta en seguridad nacional del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), otro centro de análisis en EE. UU., le preocupa que Trump haga de las suyas para desviar la atención sobre estos cuestionamientos, y que de hecho logre trabajar más estrechamente con Rusia y hasta levantar las sanciones impuestas en respuesta a la intervención de Moscú en Ucrania.

Pese a su inquietud, reconoce que la presión continuará construyéndose en el Congreso y los demócratas seguirán teniendo incentivos para mantener el enfoque en el tema, ya que de por medio se cuestiona si el presidente de un país olvidó por un momento el interés nacional.

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