Trump, mano dura y un caos que crece

En las calles de las principales ciudades de Estados Unidos hay protestas. Está en juego la reelección.

El presidente Trump invocó la antigua Ley de Insurrección para acudir al Ejército sin consultar al Congreso. FOTO eFE

La imagen causó revuelo. Todas las luces de la Casa Blanca, tanto en su interior como las que apuntan a su fachada, se apagaron en la noche del domingo mientras que las llamas consumían los alrededores de la plaza Lafayette, a pocos metros de la sede presidencial. Las voces en alto de los manifestantes que protestaban contra el racismo a raiz de la muerte de Geroge Floyd a manos de un uniformado (ver recuadro) y la de los policías que intentaban contener su avance, resonaron en Washington D. C. Pero hubo una voz que no se escuchó en todo el fin de semana: la del presidente de Estados Unidos.

A Donald Trump se le vio activo por Twitter. Allí difundió información sobre sondeos electorales, acusó a sectores de izquierda como presuntos orquestadores de los disturbios antirracistas que inundan el país. Criticó a la prensa y a opositores.

El líder estaba en su búnker. Según registraron medios locales como The New York Times, el fin de semana Trump fue conducido por el Servicio Secreto, cuerpo encargado de su seguridad, al refugio subterráneo ubicado bajo el ala este de la Casa Blanca, un espacio que habría sido utilizado por última vez durante los ataques terroristas del 11 de septiembre.

Pero este lunes, al final del día, llegó el esperado mensaje, justo antes de que el toque de queda empezara a regir en la capital federal. En una alocución televisada, Trump calificó las protestas como “terrorismo doméstico” y aseguró que si los mandatarios locales no ponen un alto inmediato a la violencia, él mismo utilizará el Ejército para “resolver el problema por ellos”, desplegando “una fuerza que dominará las calles”, para lo que invocó la Key de Insurrección, una norma vigente desde 1807, que le otorgaría esa potestad sin consultar al Congreso. “Soy el presidente de la ley y el orden”, sentenció.

Mano dura, un discurso que, según analistas, cala en el caudal electoral más fiel de un Donald Trump en campaña. Una retórica a la que se aferra de cara a una releeción que podría estar escapándosele de las manos.

Los efectos en las calles

La reacción de los estadounidenses, que consideran la muerte de Floyd el producto de un abuso policial, ha sido incluso comparada por expertos con la revolución antirracista que vivió ese país en 1968. Desde el martes de la semana pasada, los disturbios se han extendido por al menos 140 ciudades y han alcanzado estados tan remotos como Alaska y Hawái.

De acuerdo con una declaración pública de la Guardia Nacional, 5.000 de sus integrantes fueron desplegados desde el domingo en los 21 estados donde la situación se ha puesto más tensa, incluyendo Washington D. C., donde en la noche de este lunes, los manifestantes devolvían con sus manos a la Casa Blanca los gases lacrimógenos que les estaban siendo lanzados por la policía, justo antes de que el Gobierno federal decretara el toque de queda.

Pero además, unidades antidisturbios también fueron desplegadas en grandes centros urbanos como Nueva York, Chicago, Los Ángeles y Filadelfia, todos bastante distantes de Minneapolis, epicentro de los hechos.

Al fin de semana, el reporte oficial de las autoridades daba cuenta de al menos 2.500 personas detenidas durante las manifestaciones, mientras que en la noche de este lunes, el FBI emitió una alerta ciudadana para ayudar a identificar a los “instigadores de la violencia”.

A las protestas, se suman datos como los de la ONG Human Rights Watch, que dan cuenta de que un afroamericano tiene tres veces más riesgo de morir a manos de las autoridades que personas con otro color de piel, pues aunque en Estados Unidos la población negra es apenas el 13 % del total, un 20 % de los fallecidos a quienes la policía presuntamente disparó y ultimó, y cuya raza era reconocida, pertenecían a dicha comunidad.

“Sin norte”

Consultado al respecto por EL COLOMBIANO, el analista de inteligencia, Fernando Cocho, considera que el mayor error de Trump es no tener un grupo de poder serio que le pueda ayudar, “sino a gente de confianza que está intentando hacerle una campaña publicitaria en lugar de una estrategia gubernamental”, y coincide en que “este año presidencial, que él consideraba una garantía segura de reelección, se le escapa de las manos”.

Pero Cocho explica que los factores para que esto ocurra no son solo internos, sino que “en muy poco tiempo, se le ha complicado bastante el panorama geopolítico a Trump, no solo por su guerra comercial con China, en la que hasta ahora va perdiendo, sino por el manejo del coronavirus”.

Y añade que “como comerciante que es, quizá su problema es que no tiene un criterio geoestratégico avanzado y ahora, con el asesinato de Floyd, ve que su situación cada vez es más dependiente de lo que implican sus electores, por eso se está agarrando de ellos, intentando plantear que todo lo que le sobrevino, la pelea con Twitter, o incluso las versiones de su cercanía con el condenado por tráfico de menores de edad, Jeffrey Epstein, son una campaña de difamación, un ataque opositor”.

Concluye el analista que tanto esta nueva demostración de autoridad, como “sus salidas de tono, sus ataques a políticos extranjeros y comentarios machistas son cosas de niño pequeño, cuando ha quedado demostrado que no ha cumplido sus promesas electorales” y que “el hecho de que un presidente de EE. UU. se refugie en el búnker de la Casa Blanca por una manifestación, por muy fuerte que esta sea, implica si no debilidad, por lo menos cierto temor de él o de sus asesores”.

días continuos cumplió la oleada de protestas por la muerte de George Floyd.