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El último intento de Rousseff para defenderse ante un Senado furioso

La presidenta de Brasil tratará de defenderse hoy para evitar una inminente destitución.

  • Rousseff fue despojada de funciones el pasado 12 de mayo. Aunque hay una porción del Partido de los Trabajadores que aún la apoya, se prevé que el Senado votará por su salida. FOTO reuters
    Rousseff fue despojada de funciones el pasado 12 de mayo. Aunque hay una porción del Partido de los Trabajadores que aún la apoya, se prevé que el Senado votará por su salida. FOTO reuters
29 de agosto de 2016
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La expectativa crece en Brasil por la aparición de Dilma Rousseff hoy ante el Senado, institución cada vez más clara en su interés de aprobar la destitución de la única mujer presidenta que ha tenido el vecino país.

Por primera vez desde mayo, cuando inició el trámite de juicio político en su contra, la mandataria acudirá al Parlamento para defenderse de lo que el Legislativo la acusa: maquillar las cuentas fiscales en 2014 y promulgar seis decretos para abrir créditos por 725 millones de dólares sin el aval del Congreso

Media hora de discurso y una jornada, incómoda y sin límite de tiempo, para que la líder responda a los cuestionamientos de 81 senadores serán las escenas que los brasileños verán en las pantallas.

Luego, entre el martes y el miércoles, una mayoría de 54 votos definirá el futuro de Rousseff, cuya carrera política de todas formas tambalea en medio de una abrumadora impopularidad.

Las razones del fin

En la semana crucial para definir el futuro de la militante de izquierda, cabe detenerse en las razones que detonaron su declive.

La primera, y en la que tendrá que basarse el Senado para dar un desenlace al juicio político, está el mal manejo de las finanzas públicas. Aunque la oposición brasileña critica a capa y espada el obrar de la presidenta y califica como delitos de responsabilidad las maniobras con las que se maquillaron las cuentas fiscales de 2015 y se modificaron los presupuestos, en la academia persisten las dudas.

Para Virgilio Afonso da Silva, abogado constitucionalista de la Universidad de São Paulo, el pedido de créditos suplementarios y el retraso en el pago a los bancos estatales son conductas que se volvieron tradición en la política del país, y por las que nunca se juzgó a expresidentes.

“Es importante hacer hincapié en algo. Todos los presidentes de Brasil, por lo menos desde Fernando Henrique Cardoso (1994-2002) utilizaron este mismo truco presupuestario. Es cierto que cuando Cardoso y Lula lo hicieron se trataba de una cantidad mucho menor de dinero, pero la estrategia fue la misma. Por eso es difícil convertirlo en un motivo de destitución ahora”, argumenta el académico.

Lo que sí sucedió, dice Juan Carmelo, responsable relaciones internacionales en el Instituto de Estudios Políticos para América Latina y África (Iepala), es que con el objetivo de conseguir mayorías para las elecciones municipales del octubre próximo, el Partido de los Trabajadores, el de Rousseff, hizo alianzas con otros movimientos y muchos miembros terminaron por retirar su apoyo a la líder.

A la inestabilidad política se sumó una crisis económica y social sin precedentes. De acuerdo con Mauricio Moura, director de la firma de investigaciones brasileña Ideia Inteligência, un Estado sin fuerza, sin maquinaria política y con dudas para Dilma que rondan 64% de impopularidad, generaron el ambiente perfecto para que se creara, sin argumentos, cierto consenso de que “sin ella en el poder Brasil volvería a brillar en la región y en el mundo”.

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