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Décadas de diferencias entre la República Islámica de Irán y las potencias occidentales parecen haberse limado el jueves, con el acuerdo previo alcanzado entre sus diplomáticos para, por un lado, supervisar el programa nuclear iraní y asegurar que no cumpla con ninguna función bélica y, por otro, que se levanten viejas sanciones económicas que pesaban sobre el país musulmán chií.
Pero lo que fue un anuncio que esperanzó a la mayor parte del mundo —excepto Israel, que condenó a ultranza todo lo pactado—, en la noche del 2 de abril en Lausana, Suiza, fue visto ya ayer con más escepticismo y distancia por parte de distintos líderes. ¿El motivo? Resta determinar todos los detalles y seguir abordando diferencias puntuales que quedan respecto a la implementación de este acuerdo inicial, con un plazo de tres meses.
Así el secretario de Estado de E.U, John Kerry, aseguró que tras este pacto preliminar, la firma final que ponga epílogo a un histórico enfrentamiento entre Irán y Occidente “no dependerá de promesas, sino de pruebas”.
¿Pero concretamente qué puntos significaron el apretón de manos entre los diplomáticos? Lo fundamental es que se prevé, en primer lugar, que la planta de enriquecimiento de Natanz sea ya la única en Irán, mientras que el complejo subterráneo de Fordow será convertido en un centro científico civil, tal como informó ayer la jefa de política exterior de la UE, Federica Mogherini.
Una declaración conjunta con el ministro de Exteriores de Irán, Mohamed Yavad Zarif, habla de un “exhaustivo levantamiento de todas las sanciones” en el futuro cercano si Irán cumple el pacto finalizado el plazo (30 de junio).
Pero además de esto hay ciertos detalles que son fundamentales para el éxito o fracaso de lo pactado. El primero es el de las centrífugas. Irán acordó que operará solo 5.000 de estas máquinas para purificar el uranio, que es menos de la mitad de su capacidad actual (19.000).
Asimismo, no podrá producir dicho elemento radioactivo enriquecido a más del 5 por ciento, y reducirá las reservas del que supere este límite de 10.000 a menos de 300 kilos.
Por último, será la Organización Internacional de Energía Atómica (Oiea), con sede en Viena, la encargada de supervisar que se cumpla lo acordado, con especial atención en el rediseño del sitio de enriquecimiento de Fordow, enterrado en una montaña, y el reactor de agua pesada de Arak, un tipo de planta que podría producir plutonio fisible para bombas nucleares.
Como trascendió con anterioridad en el globo, Israel fue quizá el único país en mostrarse indignado por el hecho, que fue calificado de histórico por sectores de la opinión mundial.
“Este acuerdo podría legitimar el programa nuclear de Irán, reforzar su economía y aumentar su agresividad y terror en Oriente Medio. Un acuerdo basado en este borrador amenazaría la supervivencia de Israel”, dijo vía telefónica el primer ministro Benjamin Netanyahu al presidente estadounidense Barack Obama, según un comunicado del gobierno israelí.
Consultado por EL COLOMBIANO, Víctor de Currea-Lugo, internacionalista y escritor experto en Medio Oriente, consideró que “el único que pierde en esta coyuntura es Israel. Su reacción demuestra lo aislado que está quedando por cuenta de varios errores en política exterior de sus gobernantes”.
“Irán, en cambio, ingresa a una mejor posición en la comunidad internacional, y tendrá oportunidades económicas más amplias con el levantamiento de sanciones. Resta ahora solo carpintería en el acuerdo”, concluyó.