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Oscuridad, hambre e incertidumbre. Esa fue la realidad de los doce niños pertenecientes a un equipo de fútbol conocido como Jabalíes Salvajes y de su entrenador, quienes estuvieron atrapados durante casi tres semanas en la cueva de Tham Luang, al norte de Tailandia. Ninguno de los menores de edad tiene más de 16 años, mientras que su entrenador, con solo 25, tuvo la responsabilidad de mantenerlos unidos y con el mejor ánimo a la espera de ser encontrados.
El equipo llegó a la cueva luego de un entrenamiento para celebrar un cumpleaños. Eran catorce personas, pero uno de los jugadores decidió no entrar a la gruta y regresó a su casa. Él se salvó de quedarse atrapado porque el resto de sus compañeros no tuvo escapatoria cuando una fuerte lluvia comenzó a inundar la gruta. Para huir del agua que al paso de las horas se apoderó de la caverna, se adentraron cada vez más en el camino de cuatro kilómetros, por pasadizos angostos y oscuros.
Fueron 17 días de angustia. La madre de uno de los niños, al ver que su hijo no regresaba, alertó a las autoridades del Parque Natural Tham Luang - Khun, donde se encuentra la cueva que tiene diez kilómetros de largo y en cuya entrada encontraron las bicicletas de los desaparecidos.
Sobrevivir en una cueva
El equipo contaba con unas cuantas provisiones de comida, que sus jugadores habían llevado para celebrar el cumpleaños. Aún no se conoce cómo las racionaron hasta el día número nueve de su aventura, cuando dos buzos británicos los encontraron sobre una piedra que sobresalía en medio del agua.
Aunque delgados y lastimados, estaban con vida. La noche del 2 de julio volvió la esperanza a sus familiares, quienes siguieron el rescate desde la entrada de la cueva, al pueblo tailandés y toda la comunidad internacional que se solidarizó con su desaparición. Gracias a ese encuentro los menores de edad pudieron ponerse en contacto con sus padres, enviarse cartas y vídeos de aliento. Y es por estos escritos que se sabe que el hambre fue el gran enemigo durante esos nueve días sin tener contacto con alguna persona al exterior. Después, un médico y tres miembros de la Marina se quedaron junto a ellos brindándoles atención en salud y sicológica.
Mario Sepúlveda, uno de los 33 hombres que estuvo atrapado durante 69 días en la mina San José, en Chile, le explicó a EL COLOMBIANO que en una circunstancia como esta es importante mantener el trabajo en equipo, el buen humor y la solidaridad. Para él, el rescate es una hazaña “heroica”, pero “lo mejor es mantener la fe porque la esperanza es un juego emocional”.
Sepúlveda envió mensajes aliento al equipo y compartió su experiencia como sobreviviente de una situación similar. Al igual que él, otras personalidades como la primera ministra británica Theresa May, el presidente de Chile Sebastián Piñera y el presidente de la Fifa Gianni Infantino enviaron mensajes a los niños.
Cuatro salieron el pasado domingo, cuatro el lunes y cinco ayer martes. Las autoridades, en cabeza del portavoz Narongsak Ossottanakorn, indicaron que ocho de ellos se encuentran estables, mientras otros dos presentan un cuadro de neumonía y los demás permanecen en observación.
El equipo de fútbol estará aislado en el hospital durante una semana y sus padres solo podrán verlos a través de un vidrio, ya que sus defensas están bajas y podrían contraer enfermedades con facilidad. Sin embargo, todos pueden caminar, hablar y comer e, incluso, uno pidió un chocolate. Y, si los análisis salen bien, los padres “estarán autorizados a acercarse a sus camas con ropa de protección, manteniéndose a una distancia de dos metros”, según explicó personal del hospital.
Que un niño, entonces lograra hacer buceo en cuevas totalmente oscuras es un logro que, gracias al trabajo de los rescatistas, permitió que salieran con vida.