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El mundo se despertó ayer perplejo ante la destrucción que vivió Nepal, la nación enclavada en las alturas del Himalaya, por un terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter. En medio de la incomunicación que imperó en el empobrecido país tras el sismo, se pudo confirmar, al cierre de esta edición, la muerte de 1.508 personas por el momento —1.457 en dicho país—, aunque la cifra seguramente podría aumentar.
Asimismo, el evento tuvo consecuencias en naciones vecinas y que comparten la cadena montañosa más alta del mundo con Nepal. En India se registraron 34 muertos, 13 en el Tibet (China), y en Bangladesh cuatro. En Pakistán, en cambio, no se reportaron víctimas. El terremoto, por tanto, es el más mortal de los últimos 80 años para los nepalíes.
“Me asusté mucho. La tierra se movía. Estoy esperando tratamiento pero el personal del hospital está abrumado”, dijo a Associated Press Pushpa Das, un obrero de Katmandú, la capital, que alcanzó a salir corriendo de una estructura que estaba colapsando. Este se salvó, aunque la caída de un muro le lesionó su brazo derecho. Tal como relató la agencia, mientras Das hablaba, decenas de personas llegaron con heridas, la mayoría causadas por ladrillos.
Esa primera sacudida se presentó a las 11:56 a.m. hora local (1:11 a.m. de Colombia), y fue seguida de distintas réplicas. La más importante de ellas de 6,6 grados en la escala Richter. Esta situación alteró aún más los nervios de la gente, pero también de las autoridades.
El impacto del terremoto significó la pérdida casi total de las comunicaciones en la tarde de ayer. Aunque de a poco se restablecieron, esto solo se ha logrado parcialmente, por lo que todas las previsiones apuntan a que la cantidad de muertos seguirá aumentando.
El sismo también estremeció varias ciudades del norte de la India y se sintió en lugares tan distantes como Lahore, Pakistán; Lhasa, en el Tíbet y Bangladesh. El Aeropuerto Internacional Tribhuvan de Katmandú fue cerrado inicialmente, pero tras varias horas fue reabierto para recibir la ayuda que llegaba de países vecinos, que se solidarizaron con Nepal tras la tragedia.
Nepal, conocido sobre todo por el Everest, la montaña más alta del mundo, está por estos días repleto de turistas de todo el mundo —aunque fundamentalmente occidentales—, que aprovechan la temporada de primavera boreal, adecuada para escalar las desafiantes cumbres de los Himalayas y para el “trekking”, un senderismo por sus parajes exóticos y escarpados. Precisamente, la economía del país, con 27,8 millones de habitantes, depende mucho del turismo, en especial de estas actividades.
Desde la montaña más alta del globo, más precisamente desde el campamento base sur a 5.360 metros de altura, llegaron malas noticias una vez acontecido el desastre. El terremoto provocó que una de las caras del Everest tuviera una brutal avalancha que habría dejado 18 muertos y 30 heridos.
Ang Tshering, un veterano guía de la Asociación de Montañismo de Nepal, dijo que el alud parecía haberse producido entre Khumbu, una escarpada zona de nieve y hielo, y el campamento base, donde tienen sus refugios principales la mayoría de expediciones de alpinistas.
Khumbulund Pedersen, un danés que estaba subiendo el Everest acompañado del escalador belga Jelle Veyt, dijo en su página de Facebook que cuando ocurrió el terremoto estaban precisamente en Khumbu, lo que confirma la zona del incidente. “Una persona que rescatamos fue arrastrada por la avalancha y se rompió las dos piernas. Sobre los campamentos que estaban más cerca de donde ocurrió el suceso, nuestros sherpas creen que mucha gente pudo haber quedado sepultada mientras estaban en sus tiendas de campaña”, escribió.
“Ahora hay un flujo constante de personas que están huyendo del campo base con la esperanza de tener seguridad más abajo en la montaña”, agregó.
Pero esta es la punta del iceberg, dado que los precarios sistemas de respuesta del gobierno nepalí están prácticamente colapsados ante la cantidad de casos de turistas que podrían estar afectados por la tragedia. Las autoridades calculan la entrada de visitantes en más de 300.000 durante esta temporada, aunque la cifra aumenta cada año. “Estamos enfrentando una crisis tremenda aquí y es incluso difícil evaluar cuál puede ser el número de muertos y la extensión del daño”, dijo Mohan Krishna Sapkota, funcionario de turismo.
“Los alpinistas están repartidos por todo el campamento base y algunos incluso ya han trepado más. Es casi imposible contactarnos con ellos”, añadió.
Mientras sismólogos y geólogos miran hacia la nación asiática e indagan los factores que han hecho del terremoto un desastre tan mortal (la cifra de fallecidos aumenta minuto a minuto), algunos datos salen a relucir desde ahora.
El epicentro del sismo de 7,8 grados fue casi en la mitad del trayecto entre las dos ciudades más importantes del país, Katmandú y Pokhara. Esto es, aproximadamente a 80 km al este de la segunda urbe nepalí más poblada. Asimismo, la profundidad habla de su poder destructivo, ya que tuvo lugar a solo 15 kilómetros de la superficie.
El consenso de los expertos en el tema es que la cercanía hace que el sismo tenga mayor impacto sobre las estructuras y se sienta con mayor fuerza.
Así, por ejemplo, cuando Colombia asistió a un fuerte temblor el pasado 10 de marzo, los expertos consideraron afortunado el hecho de que se hubiera presentado a una profundidad de 160 kilómetros.
“Esa profundidad ayuda a que la onda se disipe. Si se hubiera presentado a menos de 100 kilómetros otra sería la historia que estuviéramos contando”, dijo en esas fechas a Colprensa el ingeniero Jaime Suárez, experto en análisis geotécnico de la Sociedad Santandereana de Ingenieros.
En Nepal, por tanto, no hubo esa suerte, pero otro factor parece haberse sumado. La precariedad de gran parte de las edificaciones es una de las características de esta tragedia, tal como se reporta desde el país montañoso.
De entre la huella de destrucción que dejó el terremoto, los nepalíes reconocen los escombros de estructuras viejas, diseñadas sin tener en cuenta la sismo resistencia, y más con un valor espiritual, como templos, altares y antiguas torres, lo que constituye a la vez la pérdida de importante patrimonio histórico en los segundos que duró el suceso.
Por ejemplo, la venerada Torre Dharara colapsó en Katmandú dejando hasta 200 personas atrapadas en la estructura, según la Policía. Construida en 1832 para la reina de Nepal, el baluarte de 60 metros de altura era un punto emblemático que ha estado abierto a los visitantes.
La destrucción de este terremoto está poniendo a prueba a Nepal, con una democracia inestable y que apenas se estaba consolidando.
En 2001, el país ocupó los titulares mundiales cuando el entonces príncipe de la corona Dipendra baleó a 10 de sus familiares, incluido su padre, el rey Birendra Shah, antes de suicidarse. Años después, una rebelión maoísta tomó el poder, transformó el reino en una república democrática y abolió la monarquía en 2008. Sin embargo, Nepal aún no ha acordado una nueva Constitución, tal como prevé.
Una crisis de esta naturaleza requerirá esfuerzos que el gobierno no tenía en mente. Por este motivo, naciones cercanas como China e India, y potencias mundiales como Rusia, E.U. y la Unión Europea ya han anunciado el envío de ayuda y socorristas para enfrentar un nuevo desastre que enluta a la humanidad.