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“No es un buen día, es un día oscuro para el Reino Unido y para el mundo. Ustedes verán desde Colombia cómo nos desintegramos y nos convertimos en una isla solitaria e irrelevante”.
Así contestó al saludo Stephen Carter, investigador de Global Witness, una organización inglesa que defiende los derechos humanos, y a la que la victoria de quienes votaron por salir de la Unión Europea (UE) le significa “correr el riesgo de debilitar profundamente la misión de dar la pelea regional y global contra la corrupción, la pobreza y la xenofobia”.
De acuerdo con Carter, el 51,9% de los británicos le dio el “sí” al “brexit” basado en frustraciones y miedos, como la inmigración o la pérdida de soberanía, que para él nunca se conversaron con franqueza ni se resolvieron en los partidos políticos.
“Votamos para ser un país más pequeño, incluso en nuestra propia mirada, y vamos a cosechar las consecuencias: desde la austeridad y los recortes, hasta un recrudecimiento del odio racial y los prejuicios. Nosotros mismos nos dimos una cachetada por una incertidumbre que no solucionamos bien”, advierte el experto.
Y es que Gran Bretaña entró el viernes 24 de junio en un terreno todavía inexplorado, que podría desestabilizar el proyecto de unidad continental que construyó con la Unión Europea desde noviembre de 1993.
Aunque el exalcalde de Londres Boris Johnson, reconocido por su apoyo al “brexit” y ahora un sonado candidato para llevar las riendas del país, afirmó que la votación a favor de abandonar la Unión Europea ofrece a los británicos una “oportunidad gloriosa” de tomar el control de su territorio, la incertidumbre que queda impacta en la economía y la política global, sin la posibilidad de que haya marcha atrás.
Si bien no hay total claridad sobre cómo se reconfigure el mundo frente a este cambio, la inestabilidad política del Reino Unido sí es un hecho.
La decisión del primer ministro británico, David Cameron, de renunciar a su cargo en octubre próximo agravó la sensación de caos, y según Miguel Martínez, coordinador de la línea Europa de la Universidad Externado, dará pie a una intensa lucha por el liderazgo en ese país, que puede conducir a divisiones irreconciliables entre nacionalistas y aquellos abiertos a los intercambios.
“Evidentemente Cameron ya no puede negociar los términos de la relación del Reino con la Unión Europea, porque fue muy clara su posición contra la salida. La pregunta ahora es qué tan polarizada estará la sociedad británica para asumir una nuevas elecciones”, manifiesta el investigador, y dice que tales fracturas llevan a pensar irremediablemente en los años 90, cuando sectores liberales de la política se convirtieron en blanco de fracciones radicales.
El riesgo también preocupa a Yann Bassett, director del Observatorio de Procesos Electorales (OPE) de la Universidad del Rosario. El auge del nacionalismo inglés, dice, podría agravar la incertidumbre económica, y si el nacionalismo se enfrenta, por ejemplo, con el escocés, “será explosivo”.
Su preocupación tiene asidero en la pérdida de apoyo que ya mostró Escocia. De acuerdo con Basset, el referendo por su independencia se cayó por una especie de compromiso tácito con el gobierno británico para que se quedara en la Unión Europea.
Ahora, su retiro del Reino parece irreversible. La primer ministra escocesa, Nicola Sturgeon, con bandera de su país y de la Unión Europea en mano, señaló que es “muy probable” que se celebre un nuevo referendo sobre la independencia de Escocia y que ayer mismo se prepararía la legislación para una posible nueva votación.
Si bien a Gran Bretaña le queda un Gales firme y una Irlanda del Norte que también podría apelar al referendo, “el futuro de un territorio tan fragmentado dependerá ahora de cómo va a negociar el próximo gobierno las condiciones de su relación con Europa”, concluye Martínez, esperando que el Viejo Continente le haga ver a la isla lo que perdió.
Según pudo estimar John Van Reenen, del la Escuela de Estudios Económicos de Londres, dejar la UE significa para el Reino Unido que su Producto Interno Bruto per cápita pueda llegar a disminuir entre un 6,3 % y 9,5 % cada año, lo que significa una reducción del salario real de 8 %.
¿La causa? Para el experto, el “brexit” significaría menos comercio con los vecinos europeos y una fuerte reducción en la inversión extranjera de, aproximadamente, el 25 %, que terminaría por reflejarse en la economía del día a día.
Agrega que el país tendrá que renegociar casi todo. Por ejemplo, su política de pesca que dependía de Bruselas, también su política comercial con China, Rusia, Estados Unidos y quedó por fuera del TLC que negociaban la UE y el país norteamericano. “Todo esto será muy desgastante y aumentará los gastos en política exterior y diplomacia”.
El revolcón ya dio sus primeras muestras: en menos de un día de la decisión, la libra esterlina cayó hasta un 10 %, su nivel más bajos desde 1985; mientras la agencia calificadora de riesgo Moody’s le recortó la perspectiva de calificación crediticia a largo plazo a “negativo”, cuando estaba “estable”. , No obstante, algunos bancos centrales del mundo ofrecieron respaldo financiero para calmar la caída en los mercados.
“El Reino Unido tiene una buena tasa de empleo y superó muchas crisis de ese continente, pero se basó en gran medida en el sector financiero de Londres, por lo que es una economía desequilibrada”, sostiene Michelle Egan, directora del programa Europa Global del Wilson Center para la Investigación.
A la experta le preocupa la situación, pero le inquieta aún más qué ocurrirá con los bancos británicos: ¿querrán seguir en la Unión Europea o también quedarse por fuera? Los efectos de ambos escenarios son impredecibles, pero supondrán cambios que necesitarán esfuerzos y adaptación a recortes, por ejemplo, y a nuevas tasas.
Por otra parte, cree que aunque muchos argumentan que la salida ofrecerá ventajas, porque retirará del mercado laboral a buena parte de la población migrante, que según la investigación de su grupo en ningún momento ha afectado los salarios las posibilidades de empleo de los británicos.
“La inmigración es un tema difícil. Los que hacen campaña para salir querrán para frenar los flujos migratorios, pero si el Reino Unido quiere acceder al mercado único se encuentra con que una de las cuatro libertades y principios es la libre circulación de mano de obra”, añade Egan, para quien será importante que Gran Bretaña, que nunca fue parte del espacio Schengen, tenga en cuenta lo que ocurre con los más de dos millones de ciudadanos británicos que viven en la UE, también migrantes.
A esta le siguió el presidente de Francia, François Hollande, para quien es claro que si Europa quiere seguir adelante “no puede actuar como antes”, y en cambio necesita cambios que refuercen las políticas de seguridad e industria.
Entretanto, el presidente de Lituania, Dalia Grybauskaite, cree en cambio que la Unión Europea y Gran Bretaña “encontrarán una nueva manera de vivir juntos”.
Como investigador y como británico, Stephen Carter expresa que pese a que su país sufrió “una herida innecesaria”, todavía queda un hilo de esperanza: “me queda confianza en los políticos que representan mis ideas y en la capacidad de nosotros como ciudadanos de repensar lo que hicimos, de reflexionar que nos equivocamos y, por qué no, de volver a tocar la puerta de la Unión Europea”.