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“El precio de la batalla del Donbás para nosotros es muy alto. Es simplemente aterrador”, con esa frase, el presidente Volodímir Zelenski empezó su habitual discurso en la madrugada de este martes, el día 111 de la invasión rusa a Ucrania.
Su mención hace referencia al ataque que no cesa en Severodonetsk, Lugansk, ciudad en la que todos los puentes fueron destruidos por tropas rusas y ahora es imposible evacuar a la gente.
Lo que por ahora están intentando negociar es la salida de civiles de la planta química Azot, donde permanecen aproximadamente unas 500 personas, 40 de ellas niños.
El temor es que todo parece indicar que se repetirá lo que sucedió en Azovstal, ciudad en la que fueron expuestas las tácticas rusas que durante días hostigaron a la población en esa parte de Mariúpol.
Entretanto, este martes trascendió que Rusia estaría usando la invasión en Ucrania como campo de pruebas para investigar nuevo armamento, cosa que viola el derecho internacional, según la viceministra de Defensa ucraniana, Anna Maliar.
A través de la televisión, esta funcionaria precisó que “los rusos están utilizando en territorio ucraniano una amplia gama de armas que están prohibidas por las leyes internacionales”.
A la par de ello, la policía de Ucrania abrió un proceso penal para investigar la muerte de más de 12.000 ucranianos, la mayoría de ellos encontrados en fosas comunes.
Guerra en otras regiones
Este lunes, el mandatario Volodímir Zelenski ya se había referido al panorama de cómo está siendo atacado su país, y fue así como afirmó que liberarán a Crimea, y la bandera de Ucrania se ondeará nuevamente sobre Yalta, Sudak, Dzhankoi y Yevpatoriya.
Bajo ese mismo plan de hacerle frente a los ataques rusos pudieron dejar libre de tropas rusas a la región de Jarkov.