Galán caminaba a la presidencia y el crimen lo detuvo

Hace 30 años una serie de disparos desde la multitud acabaron con la vida de Luis Carlos Galán, quien había denunciado a Pablo Escobar y se perfilaba como el próximo presidente.

El hecho

Luis Carlos Galán sabía que lo iban a matar. El atentado frustrado en su contra del 4 de agosto de 1989, en Medellín, ya presagiaba un horizonte gris para el hombre que estaba a punto de ser elegido presidente. Y entonces, en medio de su campaña -la segunda que hacía tras haber sido vencido por Belisario Betancur- en un evento en Ibagué afirmó que, si lo asesinaban, había que mirar hacia el Tolima, en alusión a su opositor político Alberto Santofimio, quien a la postre fue condenado por el magnicidio.

Galán había firmado el boleto de su muerte siete años atrás. Corría marzo de 1982 cuando en medio de una manifestación en el Parque Berrío expulsó a Jairo Ortega y a Pablo Escobar de su campaña argumentando que no podía tener a su lado personas que no tuvieran cómo explicar el origen de sus ingresos: sospechaba de sus nexos con el narcotráfico. Su compañero de lucha en el Nuevo Liberalismo, Rodrigo Lara, lo acompañó en esas denuncias para frenar el poder de los narcos en el Congreso. Y por ello también pagó con su vida (28/04/89).

Era un sujeto disciplinado, convencido de su deber con la Patria, o un obstinado con su causa. Entonces, para 1989 otra vez estaba en la carrera presidencial, su equipo le había sugerido evitar exponerse para preservar su vida, pero Galán seguía en actos públicos, entre la multitud, y sin más protección que los hombres que lo rodeaban, de los que, tiempo después, surgirían dudas sobre su presunta participación en el asesinato.

Era 18 de agosto de 1989 y ese día uso por primera vez un chaleco antibalas. Su hijo, Carlos Fernando, tenía doce años y fue quien le ajustó el abrigo antes de salir de su casa, rumbo a un acto de campaña en Soacha. Llegó y la multitud no paraba de aclamarlo. Comenzó a caminar entre el tumulto. Las personas lo tocaban. Algunas bloqueaban su paso. Subió a la tarima. Sonaron los disparos. Y cayó al piso.

Desde Bogotá, el presidente Virgilio Barco hacía una alocución lamentando el asesinato ese mismo día, en horas de la mañana, del coronel Valdemar Franklin Quintero, cuando interrumpió su intervención para informar lo que acababa de sucederle al candidato, a quien le deseaba pronta mejoría. Antes del amanecer la esperanza se desvaneció y Galán murió. En el acto también perdieron la vida su escolta Santiago Cuervo y el concejal Julio César Peñalosa. En el entierro su hijo Juan Manuel le entregó “las banderas” de su padre a César Gaviria, quien se convirtió luego en presidente.

Galán acuñó la lucha contra el narcotráfico, un delito que, como él mismo lo denunció, había llegado hasta el Congreso. El exdirector del DAS Miguel Maza Márquez, el paramilitar Henry Pérez, el político Alberto Santofimio y los narcotraficantes Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha han sido señalados de participar en el crimen, un asesinato que llevó a la cárcel durante cuatro años a tres falsos culpables y que dejó a un país en medio de la desesperanza y a una familia aguardando al padre que levantó el hogar.


Legado de Galán, según su hijo
Juan Manuel Galán tenía 17 años cuando su padre Luis Carlos fue asesinado. Al cumplirse los 30 años de su muerte, él asegura que los discursos que este dio siguen vigentes, a pesar del tiempo que ha pasado. “Es una fuente de esperanza para las nuevas generaciones”, asegura. A su juicio, el mayor valor que deja su padre es el amor por el país, al punto que “entregó su vida por los colombianos”.

EL HÉROE
Claudio Galán

Mientras Claudio Galán veía el noticiero de las 7 de la noche con los detalles del asesinato del coronel Valdemar Franklin Quintero, jamás se le pasó por la cabeza que minutos después viviría una situación similar con su padre, Luis Carlos Galán. Estaba con su mamá, Gloria Pachón, y sus hermanos, Carlos Fernando y Juan Manuel, en la habitación de sus padres, esperando que este regresara de un mitin de campaña en Soacha, no muy lejos de su casa.Pero no llegó. A las 8:45 de la noche fue abaleado. Corrieron al Hospital de Kennedy. “Lo siento”, dijo un médico, y a sus casi 15 años Claudio, el hijo del medio, tuvo que despedirse de su padre. Recuerda ese momento y sabe que, en el fondo, era consciente del riesgo que enfrentaba, pero no lo asimilaba. “Era un mecanismo de defensa, queríamos convencernos de que no pasaría nada grave”.La familia recibió el legado de Galán. Premisas como “dar siempre un paso adelante por Colombia” o que a la justicia hay que “conquistarla todos los días” se convirtieron en la bandera que desde entonces llevan sus hijos y esposa. “Mi papá buscaba trabajar para el país. Con el tiempo se dieron procesos que permitieron incidir en las instituciones como él quería”, y ese, para su hijo, es su legado.Desde el Congreso o con la Fundación Luis Carlos Galán buscan mantener el compromiso que él adquirió y que con la muerte no pudo cumplir. Claudio guarda en su memoria los discursos de su padre y su enseñanza de luchar por Colombia, dos cosas que, a su juicio, no han perdido su vigencia para construir país.