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Cavernas: el mundo oculto de Colombia

Hay identificados 260 de estos ecosistemas. La legislación no los protege.

  • Una de las cavernas en Santander, en donde han sido más estudiadas. FOTO cortesía Mario Murcia L.
    Una de las cavernas en Santander, en donde han sido más estudiadas. FOTO cortesía Mario Murcia L.
  • Amblipigio, araña en Las Cacas, suborden común en algunas estructuras. También se conocen como arañas látigo. Las cavernas son ricas en arácnidos. FOTO cortesía Camilo Martínez

    Amblipigio, araña en Las Cacas, suborden común en algunas estructuras. También se conocen como arañas látigo. Las cavernas son ricas en arácnidos.

    FOTO cortesía Camilo Martínez

  • Caverna en zona del Suroeste antioqueño FOTO D. Zuluaga
    Caverna en zona del Suroeste antioqueño FOTO D. Zuluaga
  • Exploración en cueva Chocoancia FOTO Camilo Martínez
    Exploración en cueva Chocoancia FOTO Camilo Martínez
07 de febrero de 2016
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Aunque se han identificado 260 cavernas en el país, en la práctica no existen: estos importantes ecosistemas no son regulados ni vigilados por el Estado ni atendidos por las Corporaciones y entidades ambientales, a pesar de la riqueza de fauna que contienen y las posibilidades turísticas y deportivas que ofrecen.

Las cavernas de Colombia, un paraíso oculto, son los ecosistemas menos conocidos pero tan amenazados como los manglares, páramos y humedales, según Mario Andrés Murcia López, biólogo de la Nacional y miembro de la Asociación Espeleológica Colombiana.

Si bien en 1801 comenzó su estudio con las excursiones de Alexander von Humboldt y Grose al Puente de Icononzo y La Gruta de Alfonza, en Tolima, han sido esfuerzos aislados hasta hace unos años, que han dependido en buena medida de los investigadores de la Nacional y la Asociación.

Cornare contrató en 1995 el estudio sobre el estado y conservación de las cavernas en la zona del río Claro-Cocorná Sur, luego del cual hubo mayor interés del Instituto Humboldt por realizar un inventario, detallando 84 sistemas subterráneos en 66 % del territorio.

Tras la creación de la Asociación y con el concurso de la Nacional y la Javeriana, hacia 2004, y con varias expediciones, el número de estos ecosistemas identificados aumentó a 260, si bien existe conciencia de que pueden ser muchos más: “siempre que se visita un sistema las personas de la región mencionan que conocen muchos más, y a muchos de los que se encuentran en el Catastro aún no se les ha prospectado. Queda mucho trabajo por hacer”, afirma el biólogo Diego Casallas Pabón.

Este recurso natural llama la atención de excursionistas y turistas, que hacen uso de él sin mayor cuidado.

Las cavernas son misteriosas y han sido asociadas a guácharos y murciélagos en su interior, pero albergan además una fauna muy rica poco conocida, dice Yaneth Muñoz-Saba, investigadora de la Nacional, quien ha aportado al conocimiento biológico.

En Antioquia son muy mencionadas las del sector de La Danta (Sonsón) y río Claro en el Magdalena Medio, así como las del Nus (las más llamativas, descritas en 1968 por Feininger y Gómez), pero existen en muchos otros municipios como las del Alicante en Maceo, Jardín, Carolina del Príncipe y Puerto Nare.

“Por su condición de ecosistemas casi cerrados, que dependen de aportes externos de energía para funcionar, son sistemas de alta sensibilidad que poseen especies o poblaciones de biota endémica, amenazada o en peligro de extinción; son considerados laboratorios biológicos a nivel de biogeografía y evolución, y potencialmente indican la estabilidad ecológica de los sistemas que los rodean a varias escalas espacio-temporales”, dice Muñoz-Saba.

Solo un sistema, Los Guácharos, está protegido como Parque Nacional Natural, los demás andan a la buena de Dios. Murcia López dice que por la contaminación que generan las grandes obras de infraestructura y la minería se están afectando las aguas subterráneas, incidiendo en los organismos dentro de las cavernas. También el turismo de aventura mal manejado y el uso por personas para ‘guaquear’ o acumular basuras son otra amenaza, relata Gustavo Rodríguez-Orjuela, profesor de Geociencias de la Nacional. Por la deforestación en áreas aledañas también sufren.

Los sistemas subterráneos incluyen grutas, cuevas, cavernas, según su amplitud y extensión, precisa la profesora Muñoz-Saba.

Vida

La flora que se encuentra a la entrada, en la llamada zona de luz, es la misma del ecosistema externo, pero la fauna sí es diferente y existen especies endémicas, algunas de ellas aportadas por los estudios que en las dos últimas décadas se han desarrollado, como un escorpión nuevo para la ciencia reportado en la Cueva del Edén en Cunday, Tolima.

En la zona profunda, de oscuridad completa, se hallan animales adaptados a la vida en la oscuridad, como los troglobios, que solo pueden vivir en estos ecosistemas. Es de color blanco, transparente, ojos muy pequeños o ausentes y muchas vibrisas, cita Muñoz-Saba. Existen poblaciones de peces bagre o pez gato, pero no es fácil hallar una especie endémica porque los estudios de identificación de artropofauna y mamíferos es dispendiosa y tarda años.

“Si bien la mayoría de los vertebrados no se encuentran adaptados a la vida en las cavernas para algunos de ellos como los murciélagos insectívoros Natalus tumidirostris (Natalidae: Chiroptera) las cavernas son el único refugio, y para Mormoops meagalophylla (Mormoopidae: Chirotpera) no es su único refugio pero al parecer sí es el que más frecuenta; para los guácharos, las cavernas también son su único refugio”.

En las profundidades habitan también, y de ahí el temor que suscitan en ciertas personas, ciempiés gigantes y venenosos como las escolopendras, y milpiés medianos también ponzoñosos, arañas del grupo de las tarántulas y otras cazadoras, así como grillos con enormes antenas hasta tres veces el tamaño corporal.

Estas estructuras tienen animales asociados, que anidan o descansan en las paredes externas, como gallinetas, halcones, guacamayas, colibríes, vencejos y otros, pero también los que las usan por alimento o protección, llamados trogloxenos. Es el caso de zorras, comadrejas, puerco espines, ratas y algunas aves.

La fauna la componen asimismo los troglofilos, que por lo general buscan el alimento afuera y lo consumen dentro de la caverna, como ciertos murciélagos.

Todo esto sin hablar de los microorganismos, poco estudiados, salvo el Histoplasma capsulatum. En las pocas muestras aisladas de algunos otros no se ha podido determinar qué son.

Los organismos que viven en las cuevas son muy frágiles. Están adaptados a la falta de luz y tienen escasa variabilidad genética, factor que los hace vulnerables a cualquier variación ambiental.

Aunque podrían considerarse especies para sumar a la lista de la biodiversidad colombiana, más que eso es el papel que cumplen en el ecosistema. En 1994, por ejemplo, un investigador, Roca, demostró la influencia del guácharo, ave cavernícola, en la estructura y composición de los bosques tropicales, aparte del control de insectos y el aporte a la polinización y a la dispersión de semillas que cumplen distintas especies de murciélagos.

¿De quiénes son?

Si bien se sabe que el Estado es dueño del subsuelo y todos sus recursos, en el caso de las cavernas no existe regulación. El dueño del predio considera que es propietario del sistema cavernoso y lo aprovecha para sus intereses desarrollando actividades sin protección.

Aunque existe una norma Icontec “para la operación de actividades de espeleología recreativa en turismo de aventura”, no se conoce y no se sigue.

Darío Salas, biólogo, cree que es importante que “se conozcan estos ‘huecos como sitios de interés de conservación de los ecosistemas y a la par como sitios de interés turístico y lúdico, y que es responsabilidad de todos su cuidado y conservación”.

Muñoz-Saba se pregunta ”¿para dónde vamos en la espeleología en Colombia?”. Las entidades gubernamentales pertinentes, sugiere, deberían proponer una legislación referida a estos ecosistemas, y en principio establecer áreas de protección con el fin de conservar redes de ecosistemas subterráneos.

Hoy estos sistemas no existen para el país, salvo el PNN Los Guácharos. Al no ser reconocidos por las autoridades de conservación cualquier daño o situación pasa desapercibido.

Por servicios como la acumulación de agua que surte diferentes acuíferos, también amenazados por la actividad humana, por su aporte biológico, recreativo y cultural merecerían otra suerte. En eso trabajan los investigadores de la Nacional y Espeleolocol que llaman la atención para su inclusión en los planes y programas de protección ambiental.

Cavernas, cuevas y grutas. Esa Colombia oscura, desconocida e ignorada.

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