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La productividad de las empresas o personas naturales que componen un sistema económico se puede medir de muchas maneras. Entre las posibilidades se cuenta la toma de decisiones financieras para crecer, ya sea aumentando las opciones de negocio de una empresa o adquiriendo inmuebles como una casa o un apartamento.
Y en ese sentido, el leasing funciona como medidor. Esta práctica se remite a que, a petición de un cliente, un banco o entidad financiera compre un activo de capital y lo entregue a manera de arriendo al solicitante. Es decir, si una persona que tiene un restaurante quiere empezar a realizar domicilios, pero no puede o no quiere comprar motos, puede pedirle al banco que adquiera los vehículos y los arriende a la persona dueña del negocio.
En esa práctica, según datos de la Asociación Bancaria y de Entidades Financieras (Asobancaria), la cartera total de leasing con anticipos cerró en 50,56 billones de pesos, durante el año pasado y tuvo un crecimiento de 4,49 % real anual, superior al 2,36 % que tuvo la cartera de los demás mecanismos de financiación del sector (ver Claves).
Felipe Noval, director de Leasing en Asobancaria, aseguró que “esta misma cartera tuvo una profundización en la economía del 5,05 % del Producto Interno Bruto y representó el 11,35 % de la cartera total del sector financiero. Incluso, en diciembre de 2018 el indicador de calidad de cartera (ICC) del leasing financiero fue 4,74 %, marginalmente más sano que el del resto de la cartera cuyo ICC fue de 4,78 %”.
Para Raúl Ávila, profesor de economía en la Universidad Nacional, los buenos números demuestran una sintonía entre banca y consumidores, en la medida en que se las entidades financieras entienden las necesidades de los clientes y así mismo ofrecen soluciones reales.
“Las personas se están dando cuenta de esa posibilidad de tener liquidez a través de métodos no convencionales. El leasing se presenta como una opción viable y en la que la capacidad de endeudamiento del solicitante le da para responder frente al préstamo que solicitó. Para pequeñas y medianas empresas se sigue convirtiendo en una opción muy buena”, puntualizó Ávila.
En ese punto vale la pena destacar que, en el último trimestre de 2018, aumentó la inversión en activos productivos de casi todos los segmentos empresariales en Colombia mediante leasing financiero comercial, para las pymes fue 1,06 %; para el segmento empresarial, 3,46 %, y para el corporativo, 6,59 %. De hecho, las mipymes colombianas concentraron más del 40 % de la cartera de leasing financiero comercial, equivalente a 10,4 billones de pesos.
Dependiendo de lo que pueda ocurrir con un posible mejoramiento de la economía nacional, Asobancaria espera que esta clase de créditos aumenten su demanda, y así mismo el cumplimiento en los plazos para pagarlos y mitigar los riesgos de mora.
Sobre las proyecciones de cara a cierre de año, Noval añadió que será favorable pues hay “un contexto macroeconómico prometedor en el que, pese a las turbulencias en los mercados externos, se espera un repunte o consolidación de la inversión, el consumo privado y del Gobierno, además de que se mantengan las buenas expectativas del mercado de consumidores e industriales”.
Finalmente, Asobancaria dio a conocer que el leasing habitacional (que se refiere al pago de un arrendamiento en el que se paga una cuota para adquirir la vivienda que se habita) ascendió a 17,07 billones de pesos, durante diciembre, y creció 13,48 % real anual (ver Paréntesis).