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Bajo tierra, a 315 metros de profundidad, continúan las excavaciones para construir una de las dos casas de máquinas, el corazón de lo que será en el futuro la hidroeléctrica más grande de Colombia y que aportará un 17% de la demanda de energía.
Miles de trabajadores soportan el calor gracias a un potente sistema de ventilación que, en las entrañas de la tierra, les ha permitido alcanzar un avance general del 50% en la obra de HidroItuango.
“Es un hito importante, simbólico. Llegar a este punto implicó remover cantidades colosales de tierra y roca, y aminorar la incertidumbre geológica”, cuenta Luis Javier Vélez Duque, vicepresidente de Proyectos de Generación de Energía de EPM.
En una visita de EL COLOMBIANO al proyecto, se constató que los avances se notan en los vertederos, que llevarán el cauce sobrante hacia el río Cauca; en los pozos para las compuertas de acero, que ayudarán a direccionar las aguas; los pozos de conducción inferior hacia la casa de máquinas; y los cimientos del túnel para una vía que fortalecerá el circuito de carreteras entre Medellín e Ituango, con salida en el corregimiento de Puerto Valdivia, en Valdivia.
“Este mes comenzamos el montaje de los equipos electromecánicos del proyecto”, añade Vélez.
Uno de los desafíos más grandes han sido las dos casas de máquinas, desde donde se controlarán las ocho turbinas que generarán la energía. Su cavidad, de acuerdo con los trabajadores, es similar en volumen de espacio al interior de un edificio de tres pisos.
Justo allí, relataron, se presentó uno de los inconvenientes más delicados hasta ahora: en febrero de 2015 se desprendió un bloque gigantesco de tierra y roca (130 metros cúbicos), lo que obligó a hacer un recubrimiento interno con una mezcla de cemento.
En el papel, suena fácil. Pero la adecuación del recinto tardó ocho meses: para el recubrimiento de paredes y techo tuvieron que llenar la cavidad de tierra, a esa altura de tres pisos, a punta de volquetadas.
En todo caso, la operación no alteró de manera ostensible las metas del cronograma, cuyo objetivo inicial es entregar la primera turbina en operación (300 megavatios) en diciembre de 2018. “Negociamos con el consorcio constructor un programa para recuperar ese tiempo perdido, lo que implicó acelerar labores con más personal, horas de trabajo y maquinaria”, dijo Vélez (ver recuadro).
En otro frente de trabajo, la presa llegó al 32% de avance en su construcción. Al final tendrá 225 metros de altura, para contener 2.720 millones de metros cúbicos de agua, en un embalse de 79 kilómetros.
De acuerdo con datos de la interventoría, cerca de 8.000 personas trabajan en este momento en el proyecto, de las cuales unas 2.800 son mano de obra de la región.
Egresado de la U.P.B. Periodista del Área de Investigaciones, especializado en temas de seguridad, crimen organizado y delincuencia local y transnacional.