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La combinación de choques a los que ha estado expuesta la economía de Colombia durante este año, encabezada por la pandemia, la recesión global y el desplome de los precios de las materias primas, seguirá determinando su desempeño en el corto y el mediano plazo y continuará imponiendo un nivel de incertidumbre alto en las proyecciones económicas.
Así lo estiman los analistas del Grupo Bancolombia, quienes prevén una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) en el rango de 6,5 % y 10 %, con un valor central de 7,5 %. En la misma línea apunta el equipo técnico del Banco de la República que también proyecta una variación negativa entre 6 % y 10 % al cierre de 2020 con una tasa promedio de 8,5 %.
El despegue de la economía después de estos sucesos dependerá de la implementación de una solución definitiva a la pandemia, bien sea a través de una vacuna o una solución terapéutica de alta efectividad. También será necesario ejecutar una serie de planes de reactivación, así como apoyar el empleo, el tejido productivo y la estabilidad financiera. Parte de estas tareas ya se están llevando a cabo por parte de los sectores público y privado, pero estas no deben focalizarse solo en recuperar lo que la emergencia deshizo, sino en asegurar un crecimiento sostenido en el tiempo.
La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, propuso ejecutar un “Plan Marshall” para la capital del país soportado en el ofrecimiento de incentivos tributarios para los empresarios y una petición de endeudamiento al Concejo Distrital por 11 billones de pesos, con lo que pretende impulsar la reactivación social y económica.
Pero, ¿qué fue el Plan Marshall? El coordinador del Grupo de Investigación en Historia Empresarial de la Universidad Eafit, Juan Carlos López, recordó que se trató de un instrumento derivado de la Segunda Guerra Mundial, que con recursos básicamente de Estados Unidos (unos 13.000 millones de dólares), posibilitó la reconstrucción de los países occidentales de Europa a partir de 1947, entre ellos Inglaterra, Alemania, Italia, Francia, Bélgica y Países Bajos.
El académico destacó que este esfuerzo liderado por el secretario de Estado norteamericano George Marshall, le permitió a Alemania recuperarse en los siguientes 10 años. Añadió que parte de los recursos inyectados a la economía alemana se invirtieron en educación e investigación. En Italia el dinero se reflejó en el impulso a la industria automotriz, y en Francia, la parte se destinó a la edificación de vivienda en los suburbios de las ciudades.
En esa línea, el exministro de Comercio, Jorge Humberto Botero, resaltó que la apuesta Marshall fue por la recuperación de la infraestructura que sufrió los bombardeos de la guerra, como edificaciones civiles, redes de generación y transmisión eléctricas y acueductos.
Ante las circunstancias actuales, Botero planteó pensar en el desarrollo de infraestructura liviana que en las áreas rurales de la zona andina se traduciría en la construcción y mejoramiento de vías terciarias que pueden ponerse a operar muy rápidamente con requerimientos de capital y maquinaria reducidos, y con una demanda de mano de obra no calificada en volúmenes importantes.
Desde el sector empresarial, el presidente del Grupo Argos, Jorge Mario Velásquez, consideró que la situación actual es bien diferente en sus causas y magnitud a la guerra, pero insistió en que se trata de la crisis más profunda que hemos vivido en la historia reciente, pues el desempleo alcanza niveles superiores al 20 %, siendo las mujeres y los jóvenes quienes sufren con mayor fuerza, con un crecimiento de la pobreza monetaria revirtiendo los avances que se habían logrado en las últimas décadas, y una población cercana a los 11 millones de colombianos que se encuentran en condiciones de informalidad y vulnerabilidad (ver Radiografía).
“A diferencia de Europa, no se vislumbra una ayuda monetaria externa decidida y, por el contrario, la realidad global muestra que las economías de muchos también estarán afectadas, lo cual nos invita a pensar en buscar soluciones ingeniosas, propias, que sean el resultado de un compromiso colectivo, que permitan revertir esta situación rápidamente” anotó.
Para Antioquia, Velásquez sugirió un plan en el que converja el compromiso de las empresas, los gobiernos nacional y departamental y la ciudadanía, para producir efectos contundentes trabajando de manera articulada y armónica.
“Los sectores que más empleo generan por cada billón de pesos invertidos son la infraestructura, la vivienda y la agroindustria. Según los cálculos la infraestructura puede generar entre 8.000 y 20.000 empleos entre directos, indirectos e inducidos por cada billón de pesos invertido en un plazo de 10 años; la agroindustria por su parte genera, según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) 67.000 empleos por cada billón de actividad económica. Si nos enfocamos en estos sectores, privilegiando aquellas iniciativas generadoras de empleo podremos recuperar de manera rápida los más de 300.000 trabajos que se estiman se han perdido en el departamento”, agregó el presidente del Grupo Argos.
Entre las iniciativas que se podrían acometer, manteniendo la dinámica en las obras de cuarta generación (4G), deberían acelerarse nuevos proyectos tales como el puerto de Urabá, tramos faltantes en las concesiones Mar 1 y Mar 2 y Pacífico I o el metro de la 80.
En vivienda, Velásquez abogó por acelerar los programas de subsidios a las viviendas de interés Social y Prioritario (VIS y VIP), y promover un plan de mejoramiento de vivienda rural, con acciones que incluyan mejoras de condiciones de salubridad como servicios sanitarios, pozos sépticos, sustitución de pisos en tierra, lo que redundaría no solo en generar empleo, sino también en propiciar condiciones dignas a los campesinos.
Periodista de economía de El Colombiano. Oidor de tangos. Sueño con una Hermosa sonrisa de luna.