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Juan Manuel Alzate Vélez
Columnista

Juan Manuel Alzate Vélez

Publicado

Por JUAN MANUEL ALZATE VÉLEZ

alzate.jm@gmail.com

Esta columna es un paréntesis en una discusión cívica de largo plazo que propuso en su origen. Es un momento de reflexión para recuperar la confianza en medio del caos diario. Bálsamo para aliviar el pesimismo y la “mala vibra”. Aquí se describe cómo, un evento desafortunado, le dio paso a uno afortunado. También a un espacio para expresar gratitud.

Un accidente vehicular de los tontos (como suelen serlo la mayoría), terminó en un hospital. Un edificio visible en el tránsito ocasional al que nunca se había entrado. Solo en este caso, por el azar de las causas. Entrar fue un despertar a realidades que en la cotidianidad no se alcanzan a percibir.

Un accidente –igual que una enfermedad– deteriora la calidad de vida, el equilibrio natural. Según su magnitud, también puede afectar la independencia y la autonomía de una persona.

Ese edificio, grande y frío, al principio muy frío, abre sus puertas para recibir las personas en esas situaciones. El procedimiento básico es simple: estabilizar, diagnosticar, curar, y finalmente, dar salida a la “vida cotidiana” de quienes entran.

Detrás de esa simpleza, se orquestan movimientos, pensamientos y voluntades para lograrlo de la mejor manera. En este punto, lo desafortunado se convierte en sorpresa, luego en fortuna y finalmente en gratitud. La clave está en ser un buen paciente. Entregarse a la asesoría de los que saben.

Es difícil poner en palabras el choque cultural que se recibe. Esa voluntad por servir, y resolver una situación que por definición es incómoda, y que en algunos momentos puede deshumanizar. Es más difícil entender cómo existen desconocidos con la necesidad de ayudar a otros. Con la voluntad de hacer su vida más fácil, de allanar el tránsito por una situación de estas. Conmueve la generosidad extrema con la que personas no involucradas, se llenan de responsabilidad, valentía y sorprendentes dosis de alegría para ayudar a mejorar la condición física, y emocional de quienes los visitan. Se desplazan diariamente a su lugar de trabajo sabiendo y agradeciendo que su trabajo consiste en mejorar la condición física y, más importante que eso, el estado emocional de otras personas. Finalmente el infortunio de un accidente o enfermedad, cuenta con la ventura de la humanidad.

Muchas noticias no le hacen justicia al servicio de salud. Uno que administrativamente puede ser complejo y difícil de entender. Pero que sobrevive, crece, y se fortalece, gracias a la voluntad de las personas que se dedican al servicio de salud. Personas humanas, que valoran la dignidad del ser humano, y que comparten y entienden los sentimientos que ellas viven una vez entran a un edificio que en principio es frío, muy frío, y que gracias a ellos, termina siendo el más cálido de todos.

Esta columna quiere hacer un agradecimiento especial a todas las personas que trabajan en instituciones de salud. En particular a personas como Juan C., Natalie, Natalia, Daniela, Marcela, Claudia, Sara, Catalina, Mauricio P., Edgar (alias Aladdin porque su deber es cumplir deseos), auxiliares, especialistas, jefes, que se preocuparon por lavar heridas, regañar si era necesario, levantar el ánimo, alimentar bien, y procurar que la estadía fuera lo más grata y corta posible.

Esta columna, quiere hacer olvidar eventos políticos negativos, con eventos humanos positivos, para recuperar el ánimo en las instituciones sociales que realmente construyen un país.

Instituciones como Comfama, con la visión para proponer pensamientos como los de Steven Pinker y que hoy construyen más país que muchas instituciones públicas. Instituciones como San Vicente Fundación, que hoy ofrecen empleos de calidad, integran regiones como el Valle de San Nicolás atrayendo talento de La Ceja, Guarne, San Antonio y Rionegro, salvan vidas y devuelven la humanidad a las personas. Gracias a este tipo de empresas, las instituciones públicas pueden compararse y repensarse, para así llenarse de una perspectiva y una proyección más amplia, que la de gastar el erario.

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