En los últimos 150 años se ha desplazado el centro de masa de la sociedad. La idea de Estado hizo que en principio, las obligaciones que descansaban en las familias, pasaran a ser del Estado. Las familias, antes numerosas, contaban con sacerdotes, médicos, profesores, abogados. Funciones en capacidad de suplir necesidades básicas de la familia para el contexto social de entonces.
En la medida en que el Estado ganó fuerza en la conciencia de los ciudadanos, en que la garantía de la educación, la salud, y el cumplimiento de la ley la asumió el Estado; en el proceso en que la sociedad se urbanizó, y el costo de vida aumentó, las familias mutaron y se desinteresaron por asumir esas responsabilidades. El núcleo de la sociedad pasó de ser la familia a ser el Estado. Situaciones diametralmente opuestas: antes la enfermedad la curaba un hermano, un primo. Bajo este escenario, la enfermedad es responsabilidad de un andamiaje de mecanismos económicos hasta llegar al médico que es desconocido.
Hoy el Estado puede tener una presencia desmedida. Regula tipos de medicamentos distribuidos, o la calidad de la educación que reciben los niños. Esta situación generó una obligación redundante en las familias que ha atrofiado su funcionamiento natural como núcleo social. En simultáneo, generó una carga excesiva para el mismo Estado.
Pensando en la necesidad de resolver una situación que se retroalimenta de manera negativa, se encuentra la necesidad de empoderar nuevamente la familia para juzgar y estar en capacidad de ofrecerse a sí misma soluciones. De ser de nuevo el núcleo social. Y esto dista de buscar familias con muchos hijos. Lo que se pretende es encontrar una herramienta para enfrentar esa megatendencia global de la individualización, de hacer cosas a la medida de las necesidades de cada quien.
La ventaja de fortalecer la familia es un cambio en la dirección del flujo de la administración del país. Fortaleciendo la familia se logra pasar de una aproximación central y agregada, a una local y atomizada. Pasar de pensar en lo general y darle paso a lo local para en cambio, diseñar lo local en función de su particularidad y de ahí hacer un ajuste a lo general. Una solución que hecha a la medida, puede sumarse de abajo hacia arriba, para dar idea de una nueva forma de funcionamiento del Estado. No a la inversa. Finalmente en la familia es donde se educa y se da lugar a los valores que en la sociedad merecen defenderse. De manera simultánea sería posible inducir un Estado más liviano, menos omnipresente.
Un buen ejemplo de eso es la administración local. Lograr una administración pública local eficiente, depende de las familias que educaron las personas que ocupan esas posiciones de los administradores que las ocupan. Hacerlo bien hecho, puede mostrar oportunidades para hacerlo a otras escalas. Esta ciudad ha probado que puede lograrse. De una manera muy simple y potente, es posible inducir un cambio en la forma como se gobierna en el orden nacional y pasar a una administración de adentro hacia a afuera. De lo local a lo nacional. Con la familia como núcleo.
Llénese de positivismo y anímese a, con acciones simples, curvar la cultura de esta, su ciudad.