Extendió el brazo izquierdo sosteniendo con la derecha la puerta. Invitaba a pasar al “salón”, más cómodo que la sala para conversar. Esperaba la estantería con botellas de licor exótico, vinos en nevera pequeña y tres sofás en cuero vacuno que pretendía estar envejecido. A la vista libros y una pared del ego, la que refuerza ideas de éxitos: fotos con la familia, las de los nietos las más sobresalientes. Un par de equinos y un canino inmenso. Paseo de amigos en cuatrimotos. Una ciudad paradisiaca...