El miércoles de la semana pasada murió el destacado físico británico Stephen Hawking, catalogado por muchos como uno de los grandes genios de la humanidad, pero que para mí era más allá de un héroe. Murió a los 76 años, como 50 años más desde cuando le pronosticaron tres años de vida en el diagnóstico de una enfermedad neuromuscular altamente degenerativa conocida como ELA: Esclerosis Lateral Amiotrófica.
Desde que estaba pequeña mi papá nos infundió a mi hermano menor y a mí, la admiración por el reconocido científico y quien por encima de sus propias limitaciones logró consolidar un proyecto de vida para la ciencia, “Una vida para la Ciencia”, es como titula su biografía publicada en los 90. En el libro el profesor Hawking cuenta cómo fue superar...