No sé si cuando lean este artículo ya se habrán olvidado de la estremecedora imagen del niño ahogado. O más bien de los niños ahogados, Aylan y su hermano de cinco años. No sé si hay estudios científicos fiables sobre cuánto tarda la opinión pública en perder el interés sobre un tema. En los más de cuarenta años que llevo ejerciendo el periodismo, he podido constatar una y otra vez que la atención de la gente es imprecisa, mudable, vana. Que recorre fugaz y caprichosamente la realidad de la misma manera que una ráfaga de viento recorre un campo de trigo. Por ejemplo, estoy completamente de acuerdo con el escándalo que produce la terrible valla de los húngaros contra los refugiados; pero lo curioso es que no mostramos el mismo horror contra las...