Por alguna razón, que todavía no es clara, la pandemia ha propiciado el uso reiterado de algunas palabras que permean el discurso oficial y los escritos de analistas, columnistas y opinadores de todas las clases. En los escritos pandémicos se hace uso reiteradamente de términos como resiliencia, reinvención, entre otros.
La cosa es tan grave que ya hay quienes hacen sondeos sobre qué palabra parece abrumadora y los interrogados no quisieran saber más de ella. En un sondeo iba ganando la reinvención. Todo el mundo acude a ella, a la reinvención, como un sortilegio contra los malos tiempos. La reinvención es buena para el desempleado y el empresario quebrado por la pandemia. A veces toma vuelo y se llega a hablar de la reinvención del capitalismo. Tanto se menciona la reinvención que se ha vuelto antipática. Ya nadie quiere caer en la reinvención, o por lo menos no quiere oír hablar de eso, aunque le toque reinventarse.
Otra que se menciona de forma frecuente es la empatía. Esto se puede demostrar, sin necesidad de un sondeo, con un ejercicio sencillo en Google Trends que muestra en un gráfico la búsqueda durante un año de la palabra empatía por los usuarios colombianos del buscador. El resultado es sorprendente y no deja dudas. Hay una tendencia ascendente en el interés por la empatía, desde febrero a lo corrido de septiembre. El pico de popularidad de la búsqueda de empatía se alcanzó el 30 de agosto.
El interés creciente de los colombianos por la empatía llama la atención. Para comenzar, no es fácil entender de qué se trata y de ahí las búsquedas crecientes sobre un concepto más bien elusivo. Las discusiones sobre empatía y su funcionamiento son toda una tradición filosófica y acá aparece un interés inopinado sobre ella que coincide con la llegada del virus a Colombia y las medidas sanitarias para enfrentar la situación.
La popularidad de los términos resiliencia y reinvención no es el del mismo tenor que aquella de la empatía. En el caso de esta última aparece involucrado un elemento de construcción de sociedad. Para Umberto Eco, citado por Rey, la empatía es “intentar entender al otro, lo que significa destruir los clichés que lo rodean, sin negar ni borrar su alteridad” o su condición de ser diferente.
Sobre esa definición hay mucha discusión por las implicaciones que tiene. Comenzando por aquella que dice que, si alguien está sufriendo, la empatía no significa que el otro sufra con él. O aquella que discute la diferencia entre compasión y empatía. Si la empatía no es suficiente para la compasión, ¿es acaso necesaria? En todo caso, empatía y compasión parecen ser piedras angulares de nuestra vida en sociedad.
Sin duda hay temas grandes acá y muy complejos. La pandemia cambió el paisaje de nuestra vida mental y social, con muchas consecuencias; una de ellas es la aparición de términos fuertes que representan la intención de entender y superar lo que se está viviendo y que se pregonan en exceso. De pronto, aparece uno que tiene otra categoría, ya que muestra una inquietud de otra clase, se trata de la importancia ética de la empatía como un comportamiento social y no solo individual que pueda marcar un derrotero en este momento tan confuso.