Por alguna razón, hoy que se abren nuevamente las puertas de la Biblioteca Pública Piloto, pensé en este texto que publiqué hace varios años. La historia empieza así: Yo sabía que lo tenía. Lo había comprado hacía cinco o seis años, pero sin querer mi biblioteca se lo había devorado. Las bibliotecas hacen eso y entre más pasan los días, los nuevos libros que llegan, a veces, se van tragando a los otros como el mar se traga ciertas cosas cuando crece la marea. Y no es que los sumerja y luego los deje flotando por ahí, no, a veces los sumerge tan profundamente entre los anaqueles y las montañas de libros que uno se olvida de ellos. Hasta que llega un día que baja la marea, se establece un nuevo orden entre los libros y un tomito delgado, perdido,...