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Respetado general Jorge Luis Vargas Valencia, director de la Policía. Deseo compartirle algunas inquietudes surgidas a raíz de lo ocurrido en el país durante las últimas semanas. No es preciso detenerme en señalar que después de la pandemia, el hecho más grave es el daño ocasionado por las marchas, paros, bloqueos, asonadas y saqueos, que conmovieron a todo un pueblo, que con frecuencia se ha llamado bueno.
Nadie ignora la enorme desigualdad que existe entre unos que poseen mucho y otros que carecen de casi todo. Sin embargo, casi nadie es consciente de los grandes avances de las últimas décadas en los campos de la vivienda, alimentación, educación, salud y entretenimiento. Basta leer el informe de la Misión Currie publicado en 1948. Los promotores de estas protestas solo tienen capacidad para empobrecer a quienes tienen una vida digna, y al resto a sufrir más que antes.
El progreso anterior pudo ser mejor de no haber aparecido el negocio de la droga, que ha nutrido a los anteriores grupos guerrilleros, hoy dedicados al narcotráfico. Con el dinero maldito se corrompió a los sectores públicos y privados.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Human Rights Watch y otras entidades del exterior, más un buen número de comentaristas de los medios de comunicación, se han ocupado en señalar como los mayores culpables de este doloroso episodio a los miembros de la policía, por el exceso de fuerza empleada.
Lástima, apreciado general, que su persona no haya invitado a todos ellos, incluyendo al señor Vivanco, a la doctora Claudia, al alcalde de Cali y unos pocos jueces, para presenciar, en el lugar de los hechos, a los delincuentes arrojando bombas molotov, piedras, ladrillos y toda clase de objetos contundentes a los policías.
No todos los miembros de la policía y fuerzas armadas son personas de bien. No obstante, si alguien se ocupara en sacar el porcentaje de malandrines (malignos, perversos y bellacos), que hay en otras entidades como el Congreso Nacional, la Controlaría, la Procuraduría, los jueces, Fecode, la Dian, dirigentes deportivos y muchas otras, la policía saldría bien librada.
Uno de mis grandes amigos me decía que el pueblo colombiano se proclama como bueno, pero que en situaciones como ésta guarda silencio. En cambio, el 1 % de la población, con sus hechos vandálicos, ha demostrado que tiene mucho más poder de decisión que la mayoría silenciosa.
Millones de personas que permanecen calladas, no solo sienten admiración por los miembros de la policía, sino que les duele ver la violencia como han sido tratados y más tarde que sean sometidos a una justicia torcida.
Posdata: El crecimiento esperado de la economía en el 2021 será imposible de alcanzar, de continuar con las manifestaciones y consultando a todo el mundo qué más quieren
