Por Josefina Agudelo Trujillo *
La pandemia covid-19, declarada en marzo de 2020, marcó un hito en la historia de la humanidad; puso en jaque a gobernantes y empresarios en la búsqueda de soluciones para defender la vida y la economía.
En marzo de 2020 se decretó en Colombia el aislamiento preventivo.
Muchos empresarios acostumbrados a lidiar con toda clase de dificultades, reaccionamos con rapidez y firmeza frente a una realidad totalmente disruptiva; nuestras prioridades fueron proteger la salud física de los colaboradores, preservar los empleos y a la vez garantizar la supervivencia de las empresas en el mediano y largo plazo.
Aprendimos a gestionar en ambiente de total incertidumbre, esperanzados en la reactivación económica post pandemia.
Después de un mes de iniciada la segunda ola de protestas sociales en nuestro país, el entorno presenta una complejidad sin precedentes que desafía el estado del arte en las ciencias de la administración.
Admirable la fortaleza y templanza de tantos empresarios de todos los tamaños que salen a trabajar en medio de bloqueos y amenazas como si fuera esta su forma de protestar. Esperanzados de nuevo en una salida rápida y segura, casi milagrosa de la crisis, lo cual no ocurrirá.
En nuestro país y el mundo estamos viviendo un proceso de transformación social que requiere tiempo y muchas conversaciones para evolucionar.
La buena noticia es que ante una crisis profunda se activan la creatividad, el sentido de urgencia y los sentimientos de solidaridad para buscar soluciones.
¿Qué podemos hacer empresas y gobierno para avanzar?
A veces es mejor empezar por lo que no debemos hacer.
He tenido el honor y el compromiso de liderar y acompañar instituciones en sus procesos de transformación.
En los equipos de trabajo promuevo la reflexión que nos evite caer en trampas conceptuales que podríamos llamar típicos errores de gerencia. Entre otros:
Resolver muy bien el problema que no es.
Gestionar los síntomas sin profundizar en la enfermedad
Esperar resultados diferentes haciendo las mismas cosas.
Pretender resolver todos los problemas a la vez.
Querer complacer todos los públicos de interés, generando expectativas sobre asuntos que no está en nuestras manos resolver.
Pensar que todo volverá a ser igual a como fue antes de la crisis.
Buscar culpables en lugar de asumir responsabilidades.
Comprometer la sostenibilidad económica futura con el fin de apagar incendios del presente.
Es fundamental gestionar las emociones y ansiedades que produce una crisis.
Lo dijo Ignacio de Loyola hace 500 años: ni en consolación ni en desolación se toman buenas decisiones
* Administradora de profesión, empresaria por vocación, aficionada a resolver crucigramas y armar rompecabezas; disfruto la vida intentando comprender y proponer soluciones para problemas complejos.
