Literalmente, la tengo marcada en la frente. Era la década de los ochenta y yo era una niña que apenas iba a cumplir 5 años cuando ocurrió uno de esos momentos que impactan tanto que lo recuerdas para siempre con la misma claridad del agua pura. Mi mamá había llegado de la clínica con mi hermana recién nacida y mientras ellas descansaban, decidí transformarme en mi única heroína: la Mujer Maravilla. De ella me gustaba el lazo de la verdad y tiara poderosa; la seguridad con que se comportaba y su búsqueda de la justicia y verdad. Aquel día en que quise convertirme en ella, en cuestión de segundos giré varias veces para lograrlo y por error tropecé contra la cuna. El golpe causó una herida enorme que dejaba ver el ojo entero y me hacía parecer...