Por David González Escobar
Universidad Eafit
Ing. Matemática y Economía, semestre 6
davidgonzalezescobar@gmail.com
Soy bastante escéptico frente a la efectividad de los movimientos #PrayFor_ en redes sociales, que acaban siendo más sobre la liberación de dopamina de quienes buscan pertenecer a la tendencia, que sobre el motivo por el que se están “solidarizando”. Mi ejemplo favorito es Kony 2012: un movimiento viral en contra de un criminal de guerra africano cuyos millones de vistas lo máximo que lograron fue que su principal promotor acabara preso por un psicótico episodio de desnudez.
Pero hay algo distinto en este movimiento de indignación por los incendios en la Amazonía: parece que por fin hay una generación verdaderamente consciente de las amenazas reales que representa el cambio climático.
La desregulada deforestación de la Amazonía -que contribuye a agravar el impacto de estos incendios forestales- está muy cerca a irrumpir los ciclos naturales de reciclaje de agua de esta selva tropical, un delicado riesgo ecológico merecedor de extrema atención.
Pero la concientización no es suficiente. Llegó el momento de que esta consciencia se transforme en movimientos propositivos que vayan más allá de la dependencia en la caridad y benevolencia de las personas.
La producción y consumo de carne tienen un impacto ambiental sumamente negativo, pero convencer a las personas sobre cambiar sus hábitos sin que puedan ver los riesgos cerca es sumamente complicado. Alternativas sostenibles de producir el mismo producto podrían ser el futuro: la industria de carne cultivada en laboratorios viene creciendo a pasos agigantados.
En muchos sentidos el cambio climático es un ejemplo de libro de una falla de mercado: industrias e individuos incurren en actividades contaminantes ya que su beneficio privado es mayor al costo social que generan. Un impuesto a las emisiones de carbono, alternativa popular entre muchos economistas, contribuiría a solucionar el problema: la sostenibilidad se convertiría en la decisión eficiente de muchas industrias.
Las iniciativas para reducir los residuos plásticos en occidente han tenido buena acogida. Sin embargo, el 90% de la contaminación de plástico viene de 10 ríos en África y Asia. Sin que estos países tengan alternativas baratas al plástico, el problema seguirá estando lejos de solucionarse.
Compartir una foto para que un anónimo plante un árbol no será solución a largo plazo: se necesitan incentivos y castigos reales para lograr un cambio.
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