Después de la gran marcha por la dignidad el 7 de agosto, nos fuimos a disfrutar de un descanso al embalse de El Peñol–Guatapé. En ese lugar paradisíaco estábamos mi esposa, nuestra hija y algunos de los once nietos.
La marcha fue todo un éxito a pesar de algunos medios de comunicación que trataron de minimizarla y otros de ignorarla. El descontento y la indignación con el gobierno de Juanpa (como le gusta que le digamos) es un hecho real y justificado. Las consignas fueron muchas, algunas salidas de tono como resultado del peligro que soportamos los colombianos por este gobierno indigno y entregado a la subversión. Una señora amiga tenía una pancarta que decía la verdad. Una verdad tan clara y delicada que sus hijas no la dejaron llevar en la...