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En una democracia verdadera, debe haber un gran respeto entre los diferentes poderes. Para eso están, para que las decisiones de uno de ellos sean sometidas a los otros como un necesario control. El alcalde de Medellín, con su orgullo y narcisismo, no lo entiende así y pretende ser el todo poderoso. ¿Cómo es que el órgano legislativo del municipio, el Concejo de Medellín, niega cinco veces la venta de las acciones que el municipio tiene en la empresa UNE y él pretende que ese organismo autónomo cambie esa decisión y vuelve a presentar el proyecto para que cambie de parecer?
Lo más grave son las dudas que surgen de ese empeño, cuando estamos a un año de las elecciones en las que se elegirá a su reemplazo. Él tiene su candidato que podría seguir el funesto camino que ha transitado para acabar con la ciudad. Tiene también a un grupo de funcionarios preparados para aspirar al Concejo de la ciudad y, con ellos en el cuerpo colegiado, tener la defensa a su catastrófico gobierno. Para esas candidaturas, necesita el dinero de la venta de las acciones y, con esos recursos, poder atender los gastos de la campaña que se avecina. El alcalde es consciente de que el futuro no será de un grato recuerdo de su pésima administración y por eso, necesita concejales áulicos que lo defiendan. Este es un gran argumento para afirmar, quienes queremos a la ciudad, que su administración ha sido la peor de la historia.
Ya, él mismo, ha hablado de la renuncia de sus más cercanos funcionarios, para no inhabilitarse como candidatos al Concejo y a la alcaldía. Tan mala ha sido su administración, que se priva de la experiencia de sus funcionarios y, con ellos, terminar el período. Pero quiere que ocupen puestos en el Concejo y en la alcaldía para que lo defiendan en el futuro. Nunca habíamos visto esto en Medellín, pero esa es la realidad ante una mala elección.
Sumado al grave deterioro del Distrito, ahora se le agrega el del edificio Vásquez, arrebatado a Confama que lo mantenía en perfectas condiciones, y con ello, dejarlo perder para la cultura de la ciudad. Es que, el pobre Pinturita, tampoco entiende de cultura y ha permitido que, con pintura, dañen las fachadas de lo que significa buena parte del patrimonio cultural de la ciudad.
Se acercan las elecciones. No nos podemos equivocar otra vez, debemos escoger el mejor candidato para la alcaldía y buscar las mejores personas para ocupar la mayoría de las curules en el Concejo de Medellín. Ya hemos sufrido lo que significa una mala escogencia y pésima administración, ya vemos una ciudad desorganizada, sucia, con las basuras en las calles, con grandes congestiones en las vías por la falta de presencia de la autoridad, con huecos en el asfalto, con afiches que ensucian los postes y los muros de la ciudad, con los prados y las zonas verdes acabadas y carente de autoridad para imponer el orden en la circulación de los vehículo
