Con la palabra “hosanna” (sálvanos ahora), fue aclamado Jesús como el Mesías Salvador cuando llegó a Jerusalén, no arrogante en un carro tirado por caballos sino humilde sobre un asno (Marcos 11,1-10). El Reino que Él había anunciado no es de este mundo, y esto iba a manifestarse en el proceso de su pasión y muerte, que culminaría con su resurrección vivida como una experiencia espiritual que sólo puede efectuarse desde la fe.
El relato de la pasión (Marcos 14,1-15) comienza con la cena pascual de Jesús y sus discípulos, en la que instituye la Eucaristía como memorial de lo que va a ser la entrega de su propia vida, significada en el sacramento de su cuerpo y su sangre a través del pan y el vino compartidos.
“Verdaderamente este hombre era Hijo...