Desde ayer le llegó a Iván Duque la hora de comenzar a gobernar. De gobernar bien, con una opinión pública pendiente de que convierta su programa electoral en acciones determinantes de Estado, luego de ejercer con su partido la oposición a un mandato altanero y vanidoso. Tiene la misión ineludible de poner en práctica las contrapropuestas que elaboró desde la oposición y las que planteó en su campaña presidencial para dar el salto hacia la modernidad y la transparencia.
Los retos del nuevo gobernante son muchos. Encuentra no solo un país con agudos problemas socioeconómicos y de orden público y jurídico para encarar, sino enfrentarse a una oposición dura, que no le dará tregua ni pausa, para atacarlo con sevicia. Con el mismo encono que practican...