Por Héctor Andrés Mendoza L.
Universidad Pontificia Bolivariana
Comunicación - Periodismo, semestre 6
hectorandres215@gmail.com
Se ha dicho que los medios de comunicación tienen varias funciones frente a la sociedad: informar, entretener y enseñar son algunas. No obstante, es muy común que cada medio se especialice y ofrezca al público contenidos que vayan dirigidos a una de las funciones. En efecto, llama mucho la atención el término televisión educativa y plantea preguntas: ¿en verdad sí es educativa?, ¿qué tanto influye en la educación del público?
Por lo general, se relaciona este término con los muñecos animados que miran los niños y donde se pretende, por medio de las acciones de los personajes, fortalecer valores como la sinceridad, la responsabilidad y el respeto. Estos programas crean un prototipo para que los pequeños aprendan a distinguir las cosas buenas de las malas. Se puede ver televisión educativa en podcast, documentales e investigaciones.
Este tipo de televisión se puede convertir en un arma de doble filo si no sabemos identificar los productos que ofrece. Así lo dice Victoria Camps, filósofa española, en su libro Creer en la educación: “Creo que el problema de la televisión y de la adicción a las pantallas propia de los niños y jóvenes es el hecho de que ‘naturalizan’ lo que no es natural, sino una construcción cultural y humana. Naturalizan la violencia, el sexo, el lenguaje obsceno, la perversidad humana y el consumo excesivo y descontrolado”. Se puede decir que las pantallas televisivas, en cierta medida, influyen en la percepción que tenemos del mundo, pues nos hace perder sensibilidad frente a los problemas que nos muestra.
Si no tenemos cuidado al momento de escoger los contenidos que nos muestran las pantallas, se puede cumplir lo que dice el sociólogo francés, Pierre Bourdieu, en su libro Sobre la televisión: “De este modo, la televisión, que pretende ser un instrumento que refleja la realidad, acaba convirtiéndose en instrumento que crea una realidad”.
La televisión en general es un excelente medio para aprender porque nos permite ser didácticos e ilustrativos, algo que los estudiantes piden a gritos. No obstante, el abuso de este puede resultar en un factor negativo. En palabras de la escritora norteamericana Anna Eleanor Roosevelt: “Si la finalidad del tiempo libre es dedicarlo a unas horas extras de televisión, nos deterioramos como personas”.
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