viernes
7 y 9
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Por Jorge Javier Vásquez R.
“Los colombianos no estamos hechos para el encierro ni para estar en silencio en la casa, ¡y los paisas menos!”, esa es la explicación que siempre me dan sobrinos y sobrinas, y los amigos y las amigas de ellos, cuando salen para la calle a pesar de todas las advertencias.
“Cuál pico y cédula, cuál cuarentena, eso es pa’ bobos”. Sobre sus jóvenes y desafiantes caritas, unos tapabocas cuál de todos más delgadito, más mal puesto y más cortico, pues es que les tapa la respiración y ellos necesitan aire, aire a bocanadas porque o si no “se asfixian”.
Hablando con amigos me cuentan el desespero de lidiar con esos jóvenes que no quieren estudiar ni trabajar, mucho menos atender normas familiares ni de convivencia, porque su única ley es la de los amigos del parche, que seguramente son los que los van a mantener cuando ya los papás o los abuelos estén en la otra dimensión.
Que a vivir a tope, que esto es un ratico y que no nos pongan limitaciones ni correas de fuerza. Que pa eso está el Estado porque, como me dijo con insolencia uno de ellos hace días, “nosotros, como los afros en Estados Unidos, somos víctimas de una injusticia histórica” .
