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Varias cifras recientes del Dane indican con claridad que la economía se encuentra en fase de reactivación, después de una severa caída de la actividad productiva el año anterior a consecuencia de la pandemia. Pese a lo anterior, y al obvio y necesario optimismo, hay dos temas que deben analizarse cuidadosamente: mercado laboral e informalidad. En ambos casos se requieren medidas aún más contundentes.
De acuerdo con el Dane, la economía creció 13,2 % en el tercer trimestre comparado con el mismo trimestre del año anterior (12,9 % con ajuste por efecto estacional y calendario), y 10,3 % en lo corrido del año. Ambas cifras son una buena noticia, pues hablan por sí mismas de la recuperación económica. Sin embargo, hay que poner más atención al tema del mercado laboral, en particular a la recuperación del empleo existente antes de la pandemia, la reducción de la informalidad y la reducción del desempleo de mujeres y jóvenes.
Aún no logran recuperarse cerca de 500 mil empleos que existían antes de la pandemia.
Llama la atención que con el mencionado nivel de crecimiento económico del tercer trimestre y del año aún no se logre recobrar el número de ocupados. Una posible razón es la misma situación económica generada por la pandemia, que forzó aumentos importantes de productividad laboral. De ser así, significaría que una parte de esos empleos no se recuperarían y, por tanto, habría que generar los incentivos apropiados para que surjan nuevas actividades productivas y emprendimientos. Como se ha mencionado en las páginas editoriales de este periódico, es necesario que Colombia se meta de lleno en el reacomodamiento mundial de las cadenas de valor, el cual se presenta por efectos de la pandemia misma. Esta es una gran oportunidad para aprovechar la ventajosa posición geográfica y las grandes capacidades de los empresarios.
Gran parte de la reducción del desempleo se origina en aumentos crecientes en la ocupación (tasa de ocupación y número de ocupados); no obstante, las últimas cifras del Dane en cuanto a mercado laboral (a septiembre 2021) indican: i) la informalidad en las 23 principales ciudades y áreas metropolitanas (AM) se sitúa en cerca del 50 % y levemente por encima del mismo mes del año anterior; ii) Ciudades como Cúcuta, Sincelejo y Riohacha, por ejemplo, presentan tasas de informalidad entre 71 % y 66 %; iii) en septiembre de este año, la mayor ocupación en las principales ciudades del país está dándose en el sector informal, toda vez que hay un mayor aumento en el número de personas ocupadas en dicho sector que en el formal. Esto merece más atención, pues esta cifra es aún mayor a la del mismo mes del 2020, siendo este un año severamente afectado por la pandemia.
Las mujeres jóvenes, así como las mujeres en general, siguen siendo grupos poblacionales altamente afectados por el desempleo. La tasa de las primeras bordea el 27 %, y la de las segundas 16,4 % (vs. 12,1 % total nacional). Dos datos alarmantes: de los casi tres millones de jóvenes que no estudian ni están ocupados, casi dos millones son mujeres. Estas cifras justifican ampliamente idear nuevas políticas para el cierre de brechas de género, y es imperioso repensar la educación media en el país.
En síntesis, es necesario que el mayor crecimiento conduzca a cifras de desempleo de un dígito y empleos de mayor calidad o, de lo contrario, será imposible comenzar a reducir drásticamente la pobreza
