Como noviembre tiene un indudable tufillo fúnebre intentaré algunos despropósitos contra la pelona. Es un truco para mantenerla alejada.
Abruma la sospecha generalizada de que la muerte es para toda la vida. Pero sería insoportable que la vida fuera para siempre. Inmortalidad, no figuras en mis planes.
El sueño es una muerte benévola de la que resucitamos todos los días. La reparadora siesta – mitaca onírica- es una metáfora de la eternidad que nos coquetea. A unos les da por tirar piedra. Al presidente Trump le da por dañarle el desayuno al mundo, pero en las elecciones del martes los demócratas le estropearon el suyo.
A mí me da por invertir ocios visitando a futuros colegas. Por eso soy viajero frecuente en los cementerios.
Encantado repetiría...