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Vuelvo y leo aquel párrafo que escribió José Donoso en uno de sus diarios: “Lo que hay detrás del rostro de la máscara nunca es un rostro. Siempre es otra máscara. Las máscaras son tú, y la máscara que hay detrás de la máscara también eres tú y así sucesivamente y con todas las otras. Y esas máscaras resultan de lo que te enseñaron a querer y a rechazar, y de lo que tú también quieres o rechazas, y de aquello que te sirve para defenderte, y de aquello que te sirve para agredir. Y mucho más. Las distintas máscaras son funcionales, las usas porque te sirven para vivir. Yo no sé qué es eso de la autenticidad. Lo que sí creo es que la vida humana consiste en un refinado y complejísimo sistema de enmascaramientos y simulaciones. Tienes que defenderte”.
Su pobre hija, Pilar Donoso, fue quien tuvo que descorrer el velo, el “tupido velo”, para descubrir lo que escondían las máscaras que su padre se puso para escribir y para vivir. Todas ellas ocultaban el gran temor de no ser aceptado por los demás. No fue fácil. Una cosa es mirar el rostro de alguien y creer saber mínimamente quién es, y otra muy distinta es no ver ese rostro y descubrir realmente lo que hay detrás. ¿Quién hay detrás de un rostro? Me pregunto con frecuencia. A veces, cuando creemos conocer al otro, lo único que vemos es a un desconocido.
Cuando converso con alguien, cuando lo miro fijamente a los ojos, suelo preguntarme si es quien es, lo mismo pienso de mí, ser auténtico, consecuente es una virtud. ¿Cuántas máscaras necesita un hombre para ser realmente quien quiere ser? Tal vez todos engañamos con nuestras distintas máscaras, máscaras que incluso a veces nos protegen, como dice Donoso; sin embargo, pienso, que las peores máscaras son aquellas que cargan tantos funcionarios públicos, justo por la transparencia que debería emanar de sus intenciones de proteger un bien común. Las máscaras de quienes nos gobiernan tienen la frase manida: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”.
Con los políticos que tenemos hoy, Colombia no cambiará. Los colombianos seguiremos perdiendo la confianza en los “independientes” que tienen mascarita de cordero, supuestos altruistas, hombres entregados, libertarios que prometen cambiar lo imposible, así lo único que logren, después de cargar la misma máscara engañosa de quienes han hecho que a muchos nos asquee la política, sea aumentar la decepción y la vergüenza. ¿Cuándo será que al verlos vemos la bondad, la capacidad de ser transparentes?, ¿por qué se ocultan y traicionan con tanto empeño?, o ¿qué tipo de máscara usamos los colombianos que ninguno de ellos nos toma en serio?
