Por Juliana Navarro Silva
Universidad Politécnico Jaime Isaza C.
Comunicación Audiovisual, semestre 3.
juliana_navarro19181@elpoli.edu.co
En esta época hablar de discriminación no solo se refiere a la raza o a la etnia, sino a diferentes asuntos y es por eso que es de gran relevancia para nuestra sociedad. En pleno siglo XXI estas situaciones todavía ocurren, la manera como actuamos solo demuestra el poco desarrollo social, el discurso tan excluyente y la pobreza mental de nuestra humanidad.
El proceso por el que ha pasado la sociedad ha sido extenso, hace solo algunas décadas las mujeres no podían ejercer el voto, las personas de piel negra eran esclavizadas, y todo aquel que se declaraba homosexual era macartizado y enviado a la cárcel; y aun cuando pensamos que esto quedó en el pasado, vemos cómo no solo sigue sucediendo en nuestro país, sino que ocurre por igual en las sociedades llamadas potencias.
La discriminación racial sigue existiendo en nuestros días, como en las comunidades afro, por religión, orientación sexual o género, por niveles de estudio, por alguna discapacidad, etc.
Sin embargo, ¿Por qué discriminamos a las personas por su pobreza? ¿Por qué discriminamos por tener tatuajes o piercing? ¿Por qué discriminamos a un ser humano que no determina su forma de ser?
Profesionales en distintas áreas tienen su cuerpo tatuado. Físicos teóricos como Stephen Hawking, quien toda su vida padeció esclerosis lateral amiotrófica y ¿Adónde llegó? Abogada con su cuerpo lleno de implantes, perforaciones y tatuajes –María José Cristerna, más conocida como la mujer vampiro-, deportistas que tienen alguna discapacidad, sea movilidad reducida o amputación de alguna extremidad-brazo, cada ser que acabo de mencionar no es diferente.
Nos pegamos de cosas muy sencillas que solo para quedar “bien” ante la sociedad, si tiene alguna enfermedad no me le acerco porque me lo puede transmitir, si es una persona pobre me puede robar, ¿Por qué en vez de discriminarlos o criticarlos no los ayudamos?
Es responsabilidad de todos tener un discurso mucho más inclusivo y esperanzador, porque todos somos iguales y porque nuestra condición nunca supera lo que valemos.
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