Por RAÚL E. TAMAYO GAVIRIA
El día de la marcha multitudinaria, cuando los colombianos de bien, marchamos para protestar contra los infames que a mansalva y a traición, cobardemente atacaron con un carrobomba la escuela General Santander, de la Policía Nacional y asesinaron 21 cadetes de la institución policial y destruyeron gran parte de sus edificios, ese día, salió en una de las ciudades, un desadaptado gamín, con una camiseta con letreros rojos con insultos y ataques al presidente Iván Duque y al expresidente Uribe. ¿Qué pretendía el desequilibrado? ¿Convencer a la muchedumbre adolorida y compungida para que marcháramos contra el gobierno y contra la Policía?
No. No era ni el momento ni había motivos para cambiar a todo un país que adolorido marchaba contra la infamia de los terroristas del Eln. Ni el imbécil tenía el poder de convicción, por el contrario se ganó una reprimenda y unos golpes. Si quería llamar la atención, lo logró, pero aumentó la rabia de los caminantes.
Cuando el gobierno logró dar de baja al asesino, secuestrador y terrorista de “el Guacho”, de las Farc, que en Ecuador y Colombia había sembrado el terror con centenares de muertos y estaba protegido y escondido cobardemente, por campesinos cocaleros, narcotraficantes como él, y hubo que buscarlo con francotiradores para evitar más bajas del ejército en emboscadas cobardes, acabando así con el terrorista.
A los pocos días, un ilustre abogado penalista y con títulos de universidades alemanas en derecho penal, escribió en este diario criticando la forma en el proceso de librarnos de “el Guacho”, pues según el letrado, el bandido, secuestrador y asesino de periodistas y de gentes inocentes, no había tenido el derecho de defenderse. Esa muerte con un francotirador le negó la oportunidad de defenderse en una pelea cuerpo a cuerpo o ante un tribunal con su abogado.
Emplear la ética jurídica y darles todos los derechos a los asesinos que como “el Guacho” secuestró y asesinó a indefensos periodistas y a su compañero de misión solo por lucro, y que se enriqueció envenenando a miles de compatriotas con alucinógenos y narcóticos, es como defenderse de una serpiente venenosa solo con las manos por protección ambiental.
¿Acaso los bandidos de los elenos tuvieron consideración alguna con los cadetes de la Policía? ¿Poner una bomba en una institución educativa, así sea de la Policía, con toda la cobardía y sin aviso es ético? ¿Tuvo el infame Guacho alguna consideración con sus víctimas, antes, en el secuestro o la hora de dispararles a tres personas indefensas?
Y ahora quieren los elenos que se les dé la oportunidad que les daba el traidor gobernante anterior con unos protocolos que les garantizan ponerse a salvo, antes de que se activen las órdenes de captura. Siempre es que tenemos mucha disparidad de opiniones, ¿o no, doctor Velásquez?
Ñapa: Nos descubrimos ante los últimos acontecimientos de Venezuela. El valor de la oposición y el joven presidente de la Asamblea Nacional y el reconocimiento que los gobiernos democráticos le han dado a su movimiento son de admirar. Dios quiera que termine esta pesadilla y Maduro tenga castigo.