Comienza el nuevo año con la invocación del título Madre de Dios dado a María, la madre de Jesús de Nazaret, y definido por el Concilio de Éfeso (431 d. C.) -ciudad de Turquía donde según la tradición vivió ella después de haber sido encomendada por su Hijo desde la cruz al cuidado del apóstol Juan.
La Carta de Pablo a los Gálatas (4, 4-7), cristianos de Galacia, ciudad también situada en Turquía, se refiere al Hijo de Dios como “nacido de mujer” para que también nosotros, hijos del mismo Dios, pudiéramos llamarlo como lo hacía Jesús: “Abba”, que en arameo significa literalmente Papá. Nadie había llamado antes así a Dios; lo hizo Jesús para mostrarnos quién es para nosotros aquel a quien nos invita a reconocer como Padre Nuestro en la oración...