Encontré a Mariengracia de mal genio, incómoda , con esa resignación pugnaz con que las mujeres suelen aceptar lo irremediable.
-Mírelo, allá está parado en esa manguita, dizque respirando la Navidad. Llega diciembre y al viejo parece que se le corriera la teja. Cuando es aquí dentro, yo me aguanto sin problemas su rezadera y sus deliquios sobre el pesebre y el Niños Jesús. Pero cuando le da por salirse de la casa, ahí sí me da pena. La gente se burla de él. Los muchachos que pasan por el camino lo ven ahí parado, todo flaco con esa sotana blanca, ya amarillenta de lo vieja y usada, que me hace aplanchar para estos días, y le gritan dizque “vean ese espantapájaros”. Haga algo, primo, para volverlo a la realidad -me suplicó.
Francamente, mirado...