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El hombre ha perdido la cabeza y está destruyendo su casa: unos 15 mil millones de árboles son talados cada año en las selvas tropicales y en los demás bosques de la Tierra para ceder su espacio a los grandes cultivos de aceite de palma y de soja y a la expansión de las haciendas ganaderas.
La cifra fue revelada por varias organizaciones que luchan por la defensa del medio ambiente y que piden a la Unión Europea aprobar una ley que prohíba el comercio de productos vinculados a la deforestación, en especial los relacionados con la extracción de aceite de palma en el sudeste asiático.
La petición de los ambientalistas se apoya en un estudio realizado por un equipo de científicos dirigido por Thomas Crowther, y publicado por la revista Nature, cuyos resultados permitieron elaborar el primer mapa global de la población de árboles.
El estudio indica que en el mundo hay muchos más árboles de los que se pensaba ―unos 3 billones―, pero al mismo tiempo advierte que desde que existe la civilización, los hombres hemos destruido casi la mitad. Hoy, siguen cayendo bajo los tractores, las hachas y las motosierras unos 476 árboles cada segundo.
Las mayores densidades de árboles se encuentran en el hemisferio norte, en los bosques de Rusia, Escandinavia y Norteamérica. Allí están el 24 % de los árboles de la Tierra. Sin embargo, los bosques más extensos se hallan en la zonas tropicales, que albergan el 43 % de los árboles del planeta.
Como estas son las zonas más húmedas, y eso beneficia el crecimiento de los árboles, son las zonas más apetecidas por los seres humanos para la agricultura y la ganadería. Por eso son las que las que padecen una deforestación mayor.
Con estos argumentos, Avaaz, Greenpeace y otras organizaciones ambientalistas están pidiendo a la Unión Europea que apruebe una nueva ley que obligue a las empresas multinacionales de alimentos a ayudar a salvar los bosques, los humedales y los manglares suprimiendo de su cadena de suministros a los proveedores de aceite de palma del sudeste asiático que están provocando grandes oleadas de deforestación.
“La deforestación era un problema grave hace una década ―ahora es una emergencia planetaria” dicen en una carta enviada a los líderes de la Unión Europea. “Este nuevo proyecto de ley podría prohibir la venta en toda la UE de los productos que están acabando con los bosques, recortar los enormes beneficios obtenidos de la destrucción de las masas forestales, de las selvas tropicales y de los árboles que llevan siglos en pie”.
El aceite de palma es usado en la producción de una amplia gama de alimentos, algunos cosméticos y otros bienes de consumo. Durante los últimos 20 años, su demanda no ha parado de aumentar y ha provocado la proliferación de grandes plantaciones de palma que han sustituido al bosque nativo en el sudeste asiático. Para detener esta debacle, muchas de las empresas alimenticias más conocidas del mundo acordaron desvincularse de la deforestación y firmaron en 2010 un pacto para comprometerse, antes de 2021, a utilizar solo aceite de palma proveniente de plantaciones sostenibles, que respetaran los bosques y no emplearan población indígena reclutada en condiciones injustas. Solo 15 de las 173 compañías comprometidas cumplieron el pacto.
Algunas de ellas han sido acusadas de promover los incendios que en 2019 arrasaron más de 8 mil 500 kilómetros cuadrados de territorio en Indonesia, un área del tamaño de Puerto Rico, para extender sus plantaciones. Lo mismo ha sucedido en la Amazonia.
El reclamo de los ambientalistas es justo: las empresas responsables de esos incendios y las que se benefician injustamente del cultivo de la palma arrasando la selva deben rendir cuentas por estas atrocidades.
