En el mundo académico los resultados de la investigación científica se divulgan en revistas especializadas y, eventualmente, en libros. Con esas publicaciones el académico obtiene el prestigio, el éxito profesional y el ascenso en la jerarquía de las universidades o centros de investigación. “El que no publica muere”, dicen los académicos.
En el quehacer de la academia existen dos pilares para evaluar la calidad de las publicaciones: la apertura y la transparencia en la investigación. Esto quiere decir que los autores deben mostrar con claridad como realizaron su investigación y sus resultados deben poderse replicar sin dificultad.
Recientemente se ha detectado que en muchas áreas del conocimiento las publicaciones no están cumpliendo esos principios. La presión sobre los académicos hace que se publican investigaciones que no tienen interés científico. En este momento hay un movimiento en las ciencias sociales que quiere superar ese problema con consecuencias sobre la calidad de la producción en muchas áreas. Se trata de un nuevo campo de trabajo que estudia la trasparencia de la investigación y la posibilidad de reproducir sus resultados y está generando una verdadera revolución en la credibilidad de estos últimos.
El examen minucioso de las publicaciones en economía reveló la falta de rigor científico en muchas de ellas. El profesor Edward Miguel de la universidad de California en Berkeley, uno de los pioneros en este campo, encuentra que en general a las ciencias sociales les falta transparencia para mejorar su impacto y credibilidad.
En sus pesquisas, Miguel examina el trabajo publicado en 2010 en el National Bureau of Economic Research (NBER) por los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff (Growth in a time of Debt), y lo presenta como un ejemplo de investigación defectuosa. El estudio pretendía identificar un umbral crítico, un punto de inflexión, para la deuda pública. Así, una vez la deuda supera el 90 % del PIB, este último cae en picada, según ellos. El argumento, dado el prestigío de sus autores, hizo carrera y se esgrimió en muchas discusiones de política pública alrededor del mundo. Hasta que se descubrió que el estudio tenía serios problemas y el tal umbral no existía.
Con el ejemplo se quiere ilustrar que ese tipo de cosas pueden pasar en las mejores familias y afectar a mucha gente. El error nació en una hoja de Excel, en un manejo inadecuado de los datos, aunque también había serios problemas metodológicos. Un trabajo tan defectuoso pudo llegar hasta donde llegó por el prestigio de sus autores, antes de ser cuestionado cuando alguien lo quiso replicar. El hecho es que con autores renombrados puede darse que su prestigio les facilite las cosas, con lo cual, si eso pasa en la cúpula, ¿qué pasará en estratos más humildes y presionados?
La ciencia defectuosa se podría remediar, sostiene Miguel, si se cumple un estándar riguroso de recolección, tratamiento y conservación de la información. Ayudaría que las revistas especializadas eviten el sesgo hacía publicar únicamente artículos con resultados positivos.