Por: ALEJANDRO USMA
Poco a poco se va restableciendo la normalidad en las actividades fundamentales de la sociedad.
Una de ellas es la celebración de la fe, como parte constitutiva del ser trascendental de la persona. Ya es hora de que el Gobierno mire a las confesiones religiosas para que puedan generar estrategias que permitan ir regresando al culto, pues no está bien equiparar la práctica religiosa a las actividades de entretenimiento, que han quedado en último lugar.
En el caso de los católicos, la inmensa mayoría en Colombia, pedimos a nuestros obispos ponerse al frente para que podamos volver a la recepción natural de los sacramentos, necesarios para la vida espiritual. Cuando todo empezaba, los templos fueron lo primero en cerrarse; no es justo que sean lo último en abrirse, cuando, como sabemos, estamentos como la industria y el comercio ya van en buen camino hacia la normalización. La fe no es lo de menos.