El Papa Francisco ha permanecido inexplicablemente callado últimamente sobre la brutal represión del régimen nicaragüense contra los sacerdotes católicos y la muerte de al menos 322 personas en las protestas antigubernamentales de los últimos cuatro meses. Su comportamiento se puede describir en una palabra: ¡vergonzoso!
Hay pocos países en el mundo donde la Iglesia Católica Romana y el Papa Francisco tengan más influencia que en Nicaragua. Hasta el presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, afirman ser fervientes católicos, y entrelazan sus discursos con citas del Nuevo Testamento.
Pero Francisco no ha hablado sobre Nicaragua desde que hizo un inocuo llamada a la paz el 1 de julio. Y sus dos referencias anteriores...