Una historia puede ser la del perro doméstico en la Holanda dieciochesca, el país más rico por cabeza del mundo. Los burgueses adoptaron la costumbre aristocrática de domesticar los perros y convertirlos en sujetos cortesanos; la creciente clase media imitó a los burgueses. El país se llenó de perros (y de caca). La crisis económica subsiguiente hizo que multitudes de personas abandonaran el costoso gusto de sostener una mascota y los perros callejeros se volvieron una epidemia nacional con los subsecuentes problemas de salud. De allí proviene —al parecer— la primera política pública de control perruno: castración, vacunación, aseo, sacrificio, normas para los tenedores.
Otra puede ser la del césped, la grama. “Antes del siglo XIX —dice Bill...