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Querido Gabriel,
Esta semana conversé con Alessandro Baricco sobre su libro The Game, un ensayo que explica la revolución digital y las mutaciones que ha producido en nuestra vida a través de un ejercicio de espejo con los videojuegos. Ahora sabemos que lo que en algún momento parecía una revolución técnica es evidentemente un profundo terremoto social. Pensábamos que los computadores personales eran un aparato más, como la plancha o la lavadora, pero resultaron siendo parte de nuestro cuerpo. Creímos que el software se trataba de facilitar la vida, pero forjamos con él otro mundo, un juego que lo abarca todo, un ultramundo, como dice el escritor italiano. “Alguien ha cambiado el tablero”, explica. ¿Hablamos sobre lo digital y de cómo ponerlo en su justa dimensión para comprenderlo y aprovecharlo mejor sin irnos a los extremos, ni tecno-utopías ni tecno-apocalipsis?
En una tira de Quino vemos a un hippie de pelo largo y barba poblada, sandalias, chaqueta de flores, largos collares y pantalón con bota campana. Un señor, ya entrado en años, lo ve y grita: ¡Esto es el acabose! Mafalda, que observa la escena, advierte: “No exagere, solo es el continuose del empezose de ustedes”. Baricco hace una cartografía histórica de la revolución digital, signada por la movilidad y por el pensamiento no lineal, hipertextual. Argumenta que quizá haya rasgos humanos innatos sobre los que se basa esta transformación. Siempre buscamos libertad de movimiento, fuimos distraídos, multitarea. Considera, además, que esta “nueva civilización”, hija de la contracultura de los 60, es una reacción al siglo XX y a los horrores de las guerras mundiales, generadas por los totalitarismos, por unos sistemas inmóviles y cerrados.
Alguna vez leí que el libro impreso nos había cambiado la mente. Borges dijo que es una extensión de la memoria. Baricco cita el Whole Earth Catalog de Steward Brand: “No puedes cambiar la naturaleza de la gente; lo que puedes hacer es cambiar los instrumentos que utilizan, cambiar las técnicas. Entonces cambiarás la civilización”. ¿Cómo te sientes cuando dejas tu celular en la casa? El teléfono inteligente es la prótesis más prevalente a la que especie humana haya accedido jamás.
Estamos en medio de una revolución definida por la emoción del juego. En la presentación del primer IPhone el fundador de Apple hace un gesto de prestidigitador sobre la pantalla táctil del aparato y afirma: “Podría jugar con esto por mucho tiempo”. “Era algo tan irresistible como comer con las manos”, dice Baricco. Jugamos todo el tiempo, seriamente o no tanto, con nuestras redes y nuestros teléfonos, para oír música, trabajar, comunicarnos o aprender.
Florecer en este nuevo mundo no es algo natural ni sencillo. Como todas las revoluciones, esta destruyó un sistema para poner otro en su lugar. La paradoja es que mientras millones se comunican, aprenden y se informan a costos bajísimos, aparecen inmensas desigualdades, surgen nuevas jerarquías, muchos quedan segregados. “Es difícil sobrevivir en el Game”. A partir de la aparición del IPhone “nada ha tenido ya posibilidades serias de supervivencia si no llevaba en su ADN el patrimonio genético del videojuego”.
Quizás, entonces, hay que rectificar algunas cosas si queremos capitalizar esta inexorable realidad. Con esto termina el libro y puede comenzar nuestra tertulia. The Game deja a muchos excluidos sin mirar atrás; aunque nació para redistribuir el poder ha creado inmensas concentraciones de poder sin control; vive en lucha permanente contra el Estado, las Iglesias y las escuelas. “Es el humanismo el que debe compensar el retraso y alcanzar al Game”, propone Baricco. Una revolución creada mayoritariamente por hombres blancos, ingenieros y norteamericanos necesita, para enderezar su rumbo y ser “una historia de humanos, una vez más”, “de una cultura femenina, de saber humanista, de memoria no americana, de talentos formados en la dificultad y de inteligencias que provengan de las márgenes”.
* Director de Comfama
