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A Francia Márquez trataron de matarla, por fortuna fracasaron, ella defiende con ahínco lo que otros tratan de destruir, la tierra y la naturaleza son su espacio y el de su comunidad, los violentos quieren poseerlo, contra ellos y por nosotros ha marchado y se ha manifestado; duele que seamos el tercer país del mundo en que más líderes sociales asesinan, aquí se silencia al que defiende al desvalido, entendiendo por desvalido la naturaleza o el hermano, de todos los asesinatos de líderes sociales, el 30 % de ellos se produce en el departamento del Cauca; quien tiene la tierra ostenta el poder, esa lucha es idéntica desde la conquista, tratar de despojar de sus raíces y desalojar de su territorio al que lo posee, esa es la consigna del violento. La verdadera reparación se iniciará con el acceso justo y equitativo a la tierra para las víctimas del conflicto, ahí se inician el camino y la construcción de paz.
A Francia Márquez trataron de matarla en Santander de Quilichao, territorio de disputas ubicado a cientos de kilómetros de la cómoda burbuja que representa nuestra realidad, cuesta entender desde aquí por quienes observamos el conflicto a la distancia que ella como tantos otros líderes sociales, buscan cuidar y proteger más que su parcela, para todos, para el bien común... hay más desinterés y empatía del humilde hacia nosotros, que de aquí hacia allá. Por usted y por mí, su defensa debería ser nuestra prioridad, ellos protegen y resguardan la madre naturaleza de manera activa porque su vínculo es ancestral, ella es proveedora y portadora, ahí y en ella están sus raíces y deberían estar también las nuestras, protegen el entorno como lo haría una madre con cualquiera de sus hijos, en la tierra reside su razón de ser.
Francia Márquez ganó en 2018 el Premio Goldman, calificado por muchos como el Nobel de los defensores del medio ambiente, creado por los filántropos Richard y Rhoda Goldman “para mostrar que los problemas ambientales son internacionales, para dar atención pública a problemas globales de importancia crítica, para dar reconocimiento a individuos ordinarios que trabajan para proteger y mejorar el medio ambiente, y para inspirar a otros para que sigan el ejemplo de los ganadores”. Francia y las mujeres de su comunidad caminaron hasta Bogotá, donde de mucho se enteran, pero poco se actúa, para que el Gobierno desalojara de su territorio la maquinaria dedicada a la explotación ilegal y a la contaminación del río con cianuro y mercurio, lo lograron, pero la maldad es recurrente y persistente e insiste en depredar. “Resistir no es aguantar”, dijo Francia, la defensa que hacen ella y su comunidad de la tierra, nos conviene, ayuda al planeta.
Mientras no logremos perdonar y sanar heridas y rencores no podremos reconstruir y reconfigurar este territorio para hacer de él una casa y una causa común, para hacer de esta naturaleza prolija que nos fue dada, una verdadera Arca en la que habitemos todas las especies y en el que por fin la vida, el territorio y las diferencias sean sagradas.
