Hay apellidos que son plagas universales, como García o Rodríguez, los más extendidos en Iberoamérica; hay otros que son plagas regionales como Giraldo. En este caso es inevitable la curiosidad por conocer los vericuetos que hicieron que esa palabra que portamos se hiciera nombre y que, después, se enquistara en una región determinada. Tal cosa pasa con Giraldo, tan extenso en el occidente andino colombiano y tan escaso en otras partes. Tan modesto, que las señoras de antes no preguntaban “¿de cuáles Giraldo?, porque no los había sino pobres.
Los etimologistas y genealogistas lanzan hipótesis, reconstruyen e inventan. Así que, cuando uno se mete en estos terrenos, debe estar dispuesto a entender que se trata, casi, de una rama de la literatura...