Incomprensible considero que el Gobierno no defienda la soberanía alimentaria de Colombia, por estar tolerando hoy importaciones de grandes cantidades de maíz amarillo y blanco desde Estados Unidos, papas desde Bélgica, leche en polvo desde la Unión Europea... productos que se pueden y se deben producir casi totalmente en el país, aun cuando se logren obtener a precios inferiores en el exterior, porque se trata de sectores de la economía que se deben proteger para tener paz social, sinónimo de dar empleo digno.
Sectores como el agropecuario, los textiles, las confecciones y la marroquinería son grandes empleadores, son sectores sin la presencia de monopolios, están repletos de eficaces competidores nacionales, son sectores asediados por las competencias ilegales de los países exportadores, por medio de los subsidios monetarios y tributarios, por el contrabando y por la subfacturación con los dineros lavados de los cultivos ilícitos. Y lo más inaudito, haciendo ‘dumping’ o sea vendiendo en Colombia por debajo de los costos de producción para arruinar a los competidores y apoderarse, finalmente, de nuestros mercados.
El destacado columnista del diario Portafolio, Andrés Espinosa Fenwarth, planteó algunos temas en La Hora de la Verdad del pasado 12 de noviembre, temas que explican y aportan soluciones a mis incomprensibles cuestionamientos del párrafo anterior. Por haber sido esta una fuente verbal, espero no desvirtuar a continuación los puntos de vista del señor Espinosa con mis adiciones y comentarios:
El Ministerio de Agricultura se creó hace 115 años en Colombia y desde entonces hemos tenido 110 ministros, prácticamente, uno cada año. A lo largo de todos estos años hemos sido incapaces de establecer una política de desarrollo elevado y sostenido, a largo plazo, para el sector agropecuario. Continuamos hoy registrando baja productividad, baja competitividad, baja inversión, bajos avances en la tecnología agropecuaria, bajas seguridades tanto la física como la jurídica y, en consecuencia, baja rentabilidad.
La agricultura participa a la fecha con el 7% del PIB, pero si le adicionamos los encadenamientos de valor agregado causados por la agroindustria, pues nos llega esta hasta participar con el 12% del PIB. Los empleos informales en el campo se elevan hasta el 85%, frente a un 45% de informalidad en las ciudades. Incomprensibles ambos. Invest in Bogotá ha informado que cuando en Latinoamérica se presentó en 2019 un consumo de alimentos y bebidas de US$660 por habitante/año, en Colombia tan solo consumimos US$429.
Propuestas para impulsar el sector agropecuario. Apremia imponerles derechos compensatorios a países como Bélgica, cuyo intercambio comercial poco nos beneficia y mucho nos perjudica, derechos cuya aplicación ya nos permiten hoy los tratados comerciales vigentes.
El derecho compensatorio es un mecanismo en la forma de un arancel adicional sobre las importaciones, con el fin de restablecer las condiciones distorsionadas por los subsidios. Ejemplo. Si un bien importado tiene un arancel normal del 9% y un Minagricultura diligente descubre y puede comprobar que ese bien nos llega con un subsidio del 10%, entonces puede aplicarle un derecho compensatorio del 19%.
Entiendo que países como Estados Unidos, Canadá y México subsidian a la fecha sus productos para exportación, entre un 10% y 20%, suma de sus: subsidios directos, con las gabelas tributarias, con los seguros pagados por los gobiernos contra las pérdidas de cosechas o con las rebajas tributarias por mejoras en las instalaciones físicas de sus fincas. Más las investigaciones que les financian estos países a través de las universidades para su sector agropecuario.