El soldado Rowan llegó en canoa a la costa cubana. En su pecho, protegido en impermeable, llevaba un mensaje confiado por el presidente norteamericano William McKinley para entregar al general Calixto García, jefe de los rebeldes cubanos. Estos luchaban para independizarse de España y contaban con ayuda de Estados Unidos. Era 1898.
Nadie sabía dónde estaba García, emboscado en las montañas. Rowan, sin ninguna orientación y en medio de la guerra, recorrió la isla a pie de costa a costa. Al cabo de tres semanas cumplió su cometido. Al año siguiente el escritor y filósofo Elbert Hubbard escribió su ensayo “Carta a García”, que inmortalizó la proeza.
Muchos analistas han adulado la obediencia ciega del soldado, su tenacidad, su astucia, virtudes muy...